11 mayo, 2024

La globalización es un fenómeno que acercó el mundo a través del intercambio de bienes y productos, servicios, información, conocimientos y cultura. Intenta eliminar fronteras desde un punto de vista económico y es importante para aumentar la cooperación internacional.

Últimamente, esta integración ha crecido debido a los avances tecnológicos, las comunicaciones, la ciencia, el transporte y la industria. Si bien la globalización es a la vez un catalizador y una consecuencia del progreso humano, es también un proceso caótico que requiere ajustes y plantea desafíos y problemas importantes.

En los inicios de la globalización, los países emergentes no eran gran competencia para los países desarrollados porque lo que ofrecían eran productos y servicios diferentes. China se dedicaba a exportar textiles y productos básicos, mientras que Europa y EEUU, eran exportadores de tecnología. Actualmente estas diferencias ya no existen y los países emergentes ya forman parte de todos los ámbitos de producción. En este contexto, se produce una clara desventaja entre ambos bloques.

La disminución del empleo fue mayor en los países desarrollados, ya que sus empleos fueron y son trasladados a países en desarrollo o emergentes como India, México, Brasil, etc. En estos países en desarrollo, los salarios y la condición laboral son inferiores a la de los países desarrollados. Las grandes empresas han decidido trasladar fábricas a estos países emergentes para reducir los costos, lo que ha afectado el empleo en los países desarrollados. En los países tercermundistas, al haber inversiones extranjeras, se crean puestos de trabajo que son los que se pierden en los países desarrollados ya que trasladan las plantas y fábricas.

Desde un punto de vista, la globalización no es causante de desempleo debido a que si no hubiera inversiones extranjeras, no se podría crear empleo por más que fuera mal remunerado, de lo contrario, habría más desempleo. Si los salarios fueran altos y no hubiera nada más que ofrecer, las empresas multinacionales no migrarían ya que no obtendrían ningún beneficio.

Lo que hace que los países tercermundistas sean “competitivos” es la mano de obra barata. En ellos no existe la adecuada infraestructura ni tecnología. La inversión es mínima y también la educación y capacitación. Para que una empresa invierta en un país, éste debe ofrecer algo atractivo. Por ejemplo, una empresa de tecnología que quisiera migrar a un país en desarrollo lo pensaría dos veces debido a la falta de capacitación, ya que no contrataría a alguien y no le pagaría un salario alto si no supiera cómo hacer su trabajo.

El problema desde este punto de vista no es la globalización, sino la escasa competitividad. La globalización hace que estos países en vías de desarrollo aprovechen lo que pueden ofrecer, o sea, mano de obra medianamente calificada y naturalmente mal remunerada, y si no fuera por ella, el desempleo sería mayor. Para que todos los países puedan beneficiarse de la globalización, se debe crear un sistema más justo.

Desde otro punto de vista, la globalización sí genera desempleo directamente. La creación de nuevas tecnologías y maquinarias reemplaza el trabajo humano. Por ejemplo, si anteriormente en una fábrica trabajaban 300 personas, hoy en día con el empleo de máquinas ese número se reduce a la mitad. Esto puede verse desde la Revolución industrial. Las personas se ven amenazadas por el avance de la tecnología y el uso de robots, ya que aunque cuenten con un salario digno y un trabajo estable, su trabajo podría ser reemplazado por máquinas.

El alto nivel de desempleo tiene a la globalización en crisis. Hay países como Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña que están echándose atrás con este fenómeno de la globalización. Ellos están contra los flujos de migración provenientes del Sur, contra los tratados de libre comercio, contra el cuidado de la seguridad internacional de manera conjunta.

Existe el riesgo de que las actuales posturas antiglobalizadoras en Estados Unidos y algunos países de Europa marquen el inicio de una era de orientación hacia adentro. En el caso de Donald Trump, quiere poner a Estados Unidos primero y no a la globalización. Una reversión de la globalización causaría un grave retroceso económico mundial, podría frenar el crecimiento de la productividad.

En Argentina, a principios de la década de los 90, la incorporación de inversiones extranjeras y tecnología trajo aparejada mayor productividad y crecimiento, pero dió como resultado un alto costo económico y social.

La presidenta Cristina Kirchner, la cual anteriormente veía a la globalización como una amenaza, terminó su mandato con la visión de que es una virtud y una garantía, aunque puede crear oportunidades y riesgos sin precedentes ya que podría ensanchar la brecha entre países centrales y periféricos, por ende debe crearse un sistema más justo.

En el caso del actual presidente, el arreglo con los fondos buitres representó una reinserción de Argentina en la globalización. Aunque una apertura indiscriminada corre el riesgo de agudizar el atraso cambiario y provocar daños difíciles de revertir.

Referencias:

http://www.bbc.com/news/business-38600270

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15319334006

http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/andres-oppenheimer-es/article114278723.html

https://www.imf.org/external/np/exr/ib/2000/esl/041200s.htm

http://www.lanacion.com.ar/834706-cristina-kirchner-pidio-hacer-funcionar-a-la-cultura-frente-a-la-globalizacion

 

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