3 diciembre, 2024

El año pasado tuve la suerte de asistir al Ted X Río de La Plata, en Tecnópolis. Es un evento gratuito (la entrada es por sorteo), que todos deberían vivir alguna vez en su vida.

Fui con mucha expectativa a ver varias de las charlas, Hernán Casciari, Luciano Mellera, entre otros, eran mis carnadas para pasar el día.

Pero hubo una charla que, sin imaginarlo, me generó algo diferente. Fuerte. Algo que me asustó. Tener hijos hace que miremos el futuro y nos preocupemos. Por eso cuando subió al escenario Eduardo Levy Yeyati y contó lo que había dicho el informe del Banco Mundial sobre la economía y la situación laboral del futuro, me quedé impactado.

El Banco mundial prevé que Argentina será el país más afectado con la robotización de los trabajos. El 66% de los empleos que tenemos hoy en día pueden ser reemplazados con máquinas.

¿Qué? Duele, pero es la realidad. 2 de cada 3 empleos dejarán de estar a cargo de personas humanas. Una máquina estará en su lugar. Una máquina que no se cansa, que no exige aumentos, que no falta, que no tiene derechos (con lo que les gusta a los empresarios que los empleados no tengan derechos).

“…el futuro llegó hace rato…” cantaba Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en su fabuloso “Todo un palo”. Parece que se equivocaba. O no. En realidad, el futuro va cambiando constantemente. Y va llegando. Llegó en el siglo XVIII con la Revolución Industrial. Llegó en los 2000 con la masividad de internet. Y ¿llegará? en poco tiempo con la robotización del trabajo.

En aquella tarde de Ted X Río de la Plata, Eduardo Levy Yeyati (que, cabe aclarar, es Doctor en Economía de la Universidad de Pennsylvania, Profesor de Economía de la UBA y de la Universidad Torcuato Di Tella, asesor financiero del Banco Mundial para América Latina y Economista Jefe del Banco Central de la República Argentina, entre tantas otras cosas) decía que iba a haber la mitad de los trabajos. Entonces proponía que todos trabajemos la mitad y, por ende, ganemos la mitad. Y para recuperar ese dinero que dejaríamos de percibir, cobrarles a las empresas que roboticen sus empleos, un impuesto especial y, de esa manera, poder brindar un “Ingreso universal”. Pasando en limpio, trabajar la mitad, ganar la mitad y que todos cobremos un salario universal para llenar ese vacío económico.

Pinta lindo, ¿no?

La duda empieza cuando se preguntan ¿para todos o solo para los que trabajan?

Pensemos, si es para todos, lo van a recibir los que trabajen y los que no.

¿Injusto? Posiblemente.

Pero, si solo se lo damos a los que trabajan ¿Qué hacemos con los que están por fuera del sistema (por favor, evitemos decir “trabajo en negro”)? Quedarían fuera. Ellos también lo merecen. Cumplen la misma función, pero no figuran en los papeles.

¿Injusto? Si. Muy injusto. Mucho más, diría yo.

Bill Gates, el creador de Microsoft dijo “»Actualmente si un trabajador tiene un empleo de 50 mil dólares anuales en una fábrica, ese ingreso es gravado. Si un robot viene a hacer lo mismo, se podría pensar en que el robot pagara impuestos a un nivel similar».

O sea, que el dueño de la fábrica se ahorre el sueldo pero que mantenga los impuestos para que el estado pueda afrontar el gasto del “Ingreso Universal”. O para fomentar el nacimiento de nuevos empleos.

Es una opción, una posibilidad, pero ¿Una solución?

Solo el tiempo podrá decirlo.

Hoy  podemos hablar del momento de la “Reconversión”. Buscar nuevas opciones, capacitarnos.

El economista Matías Tombolini dice que “…seguimos viendo las fábricas como esos edificios gigantes con chimeneas echando humo. Eso es el pasado…”. Quizás por ese lado viene la cosa.

Si bien estamos lejos del pronóstico de Keynes sobre que en 100 años (lo dijo en 1931) estarían solucionados los problemas económicos del mundo, creo yo, es un comienzo para cumplir con el sueño keynesiano.

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