Hoy el comercio argentino-ruso se sitúa en alrededor de unos u$s 1.800 millones e involucra en su mayoría productos primarios. Desde 2011 se explica por la magnitud de las exportaciones rusas un 70% de la balanza comercial, constituidas en su gran mayoría por fertilizantes minerales y combustible diesel y por las pocas y concentradas ventas argentinas, ya sean frutas, carnes, legumbre y bebidas.
Nuestro país no es para Rusia un socio comercial de envergaduras.
Lejos de quedarse en la lógica del tradicional esquema de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), tanto Argentina como Rusia se muestran como economías con importantes recursos naturales, el problema es su primitiva matriz industrial y la falta de inversiones y escasos y muy demandados en el mundo que buscan desarrollarse sustentablemente.
Sería un comienzo para lanzar una estrategia transnacional argentino-rusa y replicarla en América Latina y en la Unión Económica Euroasiática, haciéndolo extensivo a otras regiones. Algo que podría servir para acortar distancias y acrecentar lazos de dos países que buscan crecimiento sustentable en el tiempo. Sin dudas, un desafío interesante para la Argentina y Rusia que, pese a la distancia y al tamaño de sus economias, piensan iguales sus estrategias de salida en las condiciones que determinen en la economia internacional