28 marzo, 2024

La Educación Preescolar ha suscitado un progresivo interés en los ámbitos pedagógicos a causa, sin duda, de su rápida generalización e implantación en la mayoría de países. Sucede, sin embargo, que la presión de la demanda ha supuesto a menudo la transposición mecánica de modelos escolares a la esfera preescolar, convirtiendo esta etapa en un apéndice de la educación básica.

Conviene una delimitación de competencias que clarifique funciones y establezca los límites de una respecto a la otra, observando, por supuesto, la necesaria coordinación entre ambas etapas. En el terreno didáctico aparecen disparidades que permiten hablar de una didáctica diferencial de la etapa preescolar. Esta didáctica tiene sin embargo unos condicionantes característicos que, si bien continúan existiendo en la enseñanza básica, son aquí de mayor importancia si cabe.

Las características grupales en la etapa preescolar vienen marcadas por la poca homogeneidad de los sujetos en cuanto a su maduración, requisito éste indispensable para abordar la enseñanza de los rudimentos lectores, escribanos y numéricos. La maduración es, pues, tema central, pero en sí, no es objeto de enseñanza, es pre- requisito para que esta pueda darse. La emergencia de aptitudes a lo largo de la etapa preescolar caracteriza la actuación docente cuya misión será facilitar, esperar y, en su momento, enseñar. La mayor parte de los logros que alcanza el niño a lo largo de esta etapa son susceptibles de ser adquiridos en el ámbito familiar, por medio de una educación espontánea, no intencional ni sistemática, sin la actuación de un docente que se erija como tal.

Los procesos de discriminación sensorial y motora se adquieren independientemente del contexto cultural; son comunes a todos los países, a toda la especie. Cabe, pues, una única alternativa: la utilización de tácticas didácticas encaminadas a la experienciación, a la vivencia de situaciones, ambientes y entornos que faciliten estos procesos madurativos abandonando las tentaciones de instrucción -en el sentido de transmisión de contenidos culturales- hasta la emergencia de la aptitud o aptitudes que conforman la posibilidad de aprenderlos.

La etapa Preescolar se caracteriza, pues, por la intervención del educador en el ambiente, potenciando su riqueza y favoreciendo las experiencias del niño, siempre dentro del campo de sus intereses.

Distinguimos, tres grandes momentos en este período preescolar: el aprendizaje, en interacción con el ambiente y por medio de la vivencia, de los rudimentos psicomotores, la experienciación de estos aprendizajes en orden a su posterior utilización en la adquisición de contenidos específicamente culturales, y los inicios de aprendizaje instrumental dentro de los ámbitos de escritura, lectura y matemáticas.