“El fin supremo del hombre es la felicidad” (Aristóteles)
El vivir bien es a lo que todos aspiramos, pero parece haber diferentes ideas respecto de lo que esto significa. Los seres humanos somos semejantes en cuanto nos caracteriza el hablar (a través del lenguaje) y valorar (lo que nos permite establecer una jerarquía entre las cosas, una escala de valores) Sin embargo, no somos idénticos en cuanto a que podemos diferir en la misma; nacimos en determinado país, somos educados en ciertas tradiciones, formas de comportamiento, hábitos lo que nos hace ser bastante predecibles.
Para algunos la buena vida tendrá que ver con lo que uno tiene o con hacer lo que uno quiere sin que nadie se lo impida. La diversidad de formas de vida es algo esencial, pero siempre que haya unas pautas mínimas de tolerancia entre ellas y que ciertas cuestiones reúnan los esfuerzos de todos. Quizás el punto de partida sea otro ¿será este el camino ¿Qué es lo mejor para mí? ¿Qué quiero hacer de mí mismo? O sea, tratar de proyectar y soñar e imaginarnos quien queremos ser. Tomando esto como punto de partida, podemos reflexionar acerca de lo que queremos y lo que no; ya que como seres humanos podemos elegir la vida que queremos vivir, optar ya que a eso se resume la LIBERTAD a diferencia de los animales, que están programados por un patrón condicionado de la naturaleza. Esto no quita que a veces los hombres queramos cosas contradictorias que entran en conflicto unas con otras. Es importante ser capaz de establecer prioridades y de imponer una cierta jerarquía entre lo que de pronto me apetece y lo que en el fondo a la larga quiero. Podemos decir SI o NO por lo que nos parece conveniente tanto en situaciones buenas como en las que no tanto. No somos libres de elegir lo que nos pasa, pero sí de responder a lo que nos pasa del modo que deseemos. Esto nos da la posibilidad de abrir la puerta a nuevas experiencias, y para que esto pueda darse es indispensable estar dispuestos a correr ciertos riesgos. Nuestra elección puede no ser la correcta dentro de las opciones que tengo, por eso cuanta más capacidad de acción tenga, mas conocimiento de la vida práctica, mejores las posibilidades de obtener buenos resultados.” Debo, sin embargo, saber, que cada elección la hago libremente, aun si no fuera la correcta y ser consciente lo que implica renunciar a buscar coartadas que disimulen que somos libres y por lo tanto razonablemente responsables de las consecuencias de nuestros actos.” (Fernando Savater) Entonces para minimizar nuestras posibilidades de equivocarnos; podemos decir que hay cosas que nos convienen y nos sientan bien “serian las BUENAS “y otras que no lo hacen y a esto lo llamaríamos “MALO” Si fuera tan simple… pero no siempre es tan fácil establecer la diferencia como parece porque debo incluir una tercera opción ya que hay cosas que son ambiguas. Es ahí donde aparece la ética que según Kant es “una ciencia que no nos enseña como podemos alcanzar la felicidad, sino como podemos hacernos merecedores de ella.”
Dentro del el terreno de las relaciones humanas tomemos la mentira, es algo en general malo. Pues bien, el exceso de sinceridad es tan malo como mentir. Por un lado, decir siempre la verdad es algo bueno porque construye vínculos honestos y de confianza; mi palabra tiene valor ya que, al mentir, citando a Kant “se deprecia el valor de la palabra “, pone en riesgo la vida en sociedad ya que “el reconocimiento genuino del otro me hace sentir y reconocer humano “Yo tengo valor, ergo soy digno. Sin embargo, ser sinceros puede ser muy duro, puede lastimar o generar angustia en el otro. Cuando una persona está limitada por una enfermedad como el cáncer, decir la verdad le quitaría la esperanza, el que pueda seguir luchando, más allá de resultado. De ahí la ambigüedad de decidir que es bueno y que es malo. Debemos optar y en eso consiste la libertad. De esto si estamos seguros.
Concluyo que, podemos decir que sabemos vivir bien cuando elegimos aquello que nos hace más sensibles, más humanitarios, más éticos. Cito “Lo que realmente importa es tu conducta delante de tu semejante. Si actúo bien, recibiré el bien; si actúo
mal, recibiré el mal. Saber vivir bien solo es cuestión de elección.” (Dalai Lama)
Susana Purnick