5 noviembre, 2024

Hablan las «mudas» de las cadenas nacionales.

Laura Astrada: aprendió la lengua de señas al mismo tiempo que a hablar. Nació en una familia de sordos, y como la mayor de tres hermanas, se encargaba de hacer de intérprete de sus padres cuando iban al médico, o a reuniones escolares.

Anahí Ezagui: se maravilló cuando siendo una nena vio en la calle a un grupo de chicos sordos. Le dijo a su mamá: “Yo quiero hablar así”. A los 16 años hizo su primer curso de lengua de señas, y después, se recibió de profesora de educación especial. Su primer trabajo fue como maestra de primer grado. En los actos, le pedían que ayudara interpretando para los nenes.
Las dos hicieron un largo camino dentro de la comunidad de personas sordas hasta llegar a su actual trabajo. Hoy, son intérpretes presidenciales del equipo del Instituto Nacional contra la Discriminación, el INADI.

CON LAS MANOS NO
La lengua de señas argentina nació en 1885, cuando se creó la escuela pionera para varones sordos , la Bartolomé Ayrolo y años después, la primera para mujeres, bajo el nombre de Osvaldo Magnasco. El sistema era de internado, y los alumnos fueron desarrollando un sistema de comunicación, al principio por fuera de las clases.
En 1880, en un congreso en Milán, se estableció la prohibición del uso de la lengua de señas y se apostó a una metodología de enseñanza oral para la educación de las personas sordas. Contra la represión, en las escuelas, los pupilos sordos seguían desarrollando la lengua y enriqueciéndola, como toda lengua viva.

EL FUTURO, ATRÁS
Hoy, cada país tiene su propia lengua de señas.
“Toda persona sorda de la Argentina se puede comunicar con la de otra provincia, a pesar de que existen regionalismos. Pero hay lenguas de señas uruguaya, paraguaya, chilena, boliviana, lo que no quita que de país a país sea posible la comprensión”, explica Laura.
“Como nosotros podemos entender el italiano aunque nos perdamos detalles, los sordos de todos los países pueden alcanzar cierto nivel de comprensión de otra lengua”, aclara Anahí.  “Por supuesto que hay improntas culturales muy fuertes. Por ejemplo, en las lenguas de señas orientales el pasado se señala hacia adelante porque es lo que ya se conoce, lo que se ve. En cambio, el futuro se marca hacia atrás, porque es lo desconocido”, dice.

NO ES FÁCIL HACERLO BIEN
Hablar lengua de señas es tan difícil como aprender un idioma. Para convertirse en intérprete hay que adquirir muchas aptitudes y conocimientos. “Por ejemplo, si yo quisiera ser intérprete de lengua de señas francesa, tendría que estudiar muchísimo esa lengua y el francés, además de conocer la cultura de esa comunidad sorda, el contexto histórico, sus costumbres”, sostiene Laura. La lengua de señas es una lengua visual, manual, gestual, espacial y corporal.
“Cada seña comprende una forma determinada de la mano, ubicación en el espacio, una orientación, una dirección”, especifica Laura.
“Hay distintos puntos de articulación, hay un espacio señante que es un cubo tridimensional delante del intérprete. Se combinan distintas señas para expresar diferentes ideas, pensamientos de todo tipo”, agrega Anahí, mientras dibuja lo que expresa en el aire.

DISTINTAS EDADES, DISTINTAS SEÑAS
Los adolescentes, los chicos y los adultos mayores generan señas específicas, que otros grupos pueden no entender. Los jóvenes, por ejemplo, se tocan el oído con un dedo para decirles a sus padres que lo que les dicen «les entra por un oído y les sale por el otro». Los chicos crean señas para identificar a personajes de historieta o superhéroes. Los mayores a veces no entienden la interpretación, piden que las intérpretes disminuyan la velocidad, o preguntan por el significado de señas nuevas. «Cincuenta» y «miércoles» por ejemplo, se decían distinto hace algunos años.

UN NUEVO SERVICIO DEL INADI
Aunque no hay cifras oficiales, se calcula que el 1% de la población argentina es sorda, y que hay 450.000 personas con problemas auditivos en el país. Desde el mes de julio, el INADI inaugura el primer servicio de “Trámites accesibles en la Administración Pública” totalmente gratuito para la comunidad sorda. A partir de ese momento, las personas sordas podrán contar con un intérprete de lengua de señas que las acompañe a cualquier institución pública donde necesiten realizar una gestión.

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