28 marzo, 2024
Se muestran los pro y los contra del lenguaje inclusivo.

El lenguaje funciona como medio de comunicación entre y de las personas. Para ello nos servimos de signos, sonidos, gestos y silencios, al que cada uno le asignamos un significado previamente acordado o impuesto en la sociedad.

Si consideramos que lo definitivo en cuanto a estructuras y formas sociales no existe, entonces todo puede ser modificado. Incluso el lenguaje.

Y digo más, el lenguaje ya fue modificado, y constantemente lo es, aun cuando se lee este texto, gracias al uso o desuso de tal o cual palabra. Entonces, ¿Cómo nos plantamos ante el lenguaje inclusivo, es válido su uso o no?

Este código surge en el siglo XX a partir de varios movimientos feministas y LGTBI (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales). Junto a la aparición del movimiento Queer, el cual busca quitar las etiquetas en cuanto al género y que no se clasifique a las personas en cuanto a su orientación sexual o su aparato reproductor.

Y para comprender mejor al mismo, busca detener la tendencia de los distintos idiomas a englobar el conjunto en un género específico. En el caso del español, se utiliza el masculino para generalizar y esto no solo genera incomodidad en aquellas personas que no se sienten incluidas en el género masculino, sino que también provoca confusiones.

Por lo tanto, el lenguaje inclusivo o lenguaje no sexista, plantea utilizar la letra e en reemplazo de la o u la a como forma de referirnos a un todo. Entonces, según el lenguaje inclusivo, no diríamos “todos” por qué en ese caso estaríamos hablando solamente de un grupo de humanos masculinos. Tampoco diríamos “todos y todas” porque además de ser extremadamente ineficaz en cuanto a la transmisión correcta del mensaje, no añadiríamos a gente que no se siente ni del género masculino ni del femenino. Por lo tanto, diríamos “todes” o en la forma escrita también se utiliza “todxs” para hablar de un grupo de humanos de diferente condiciones sexuales. Así sería el caso de “nosotres”, persones”, “bienvenides” y un largo etcétera que incluye únicamente a aquellas formas del habla que reflejan un grupo heterogéneo y al referirse a este se considera a un sector como el total de ese grupo.

De todas formas, muchos catedráticos y ciudadanos se mostraron fehacientemente en contra del uso de este lenguaje. Algunos lo argumentaron con que es una aberración al habla sin más, pero también hay justificaciones del por qué no es viable.

Unos afirman que hablar de esta forma no cambia nada sin antes educar y cambiar a la sociedad junto con sus actos machistas, y que se estaría quitando el foco de lo importante. El mismo director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, se expresó al respecto diciendo: “El problema está en confundir la gramática con el machismo”. También, en defensa del sistema actual del habla, dicen que el lenguaje inclusivo es elitista, ya que solo quienes estén escolarizados o tengan un nivel de entendimiento de la lengua alto, puedan comprender cuando utilizar y cuando no, éste lenguaje. Además, tildan al lenguaje de innecesario, ya que el masculino abarca a lo general y ante esto, las palabras no incurren en el género, y por eso, es cacofónico.

Sin embargo, podemos afirmar que a favor tiene que bien utilizado simplifica al lenguaje. Esto se da por que eliminaría el uso de “todos y todas” por todes o en lugar de “señoras y señores” señeres.

Tampoco generaría confusiones al referirse a un grupo de humanos de distinto género, y sumaría al lenguaje cotidiano a quienes no se sientan identificados con ningún género.

De todas formas, deberíamos hacer un paréntesis en la cuestión de uso o no del lenguaje inclusivo. El habla se impone siempre por un grupo mayoritario que utiliza el poder para someter a uno minoritario. Por lo tanto, la aparición o el uso de tal o cual palabra corresponden a su normalización más que a lo que imponga la RAE. Si bien la Academia es un ente regulador del lenguaje, no tiene poder ante nosotros porque el lenguaje lo modificamos los ciudadanos y no un pequeño sector. Si “violencia hay cuando una parte se impone sobre otra y barre a las demás”, el uso del lenguaje es siempre violencia porque es una lucha constante de imponer una forma sobre otra.

Ante esto, mi opinión se basa en que aunque yo esté a favor del uso de la e, la utilización o no del lenguaje inclusivo queda en la apreciación de cada uno. lo que es inaceptable es que la opinión de una u otra parte se imponga como única verdad y se impida la expresión ajena. Para finalizar, ni la RAE ni un artículo en el diario, ni esta nota son verdades absolutas. El lenguaje es un constante cambio, desde la aceptación de eso se pueden comprenden distintas visiones del lenguaje.

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