27 julio, 2024

La fatiga es un estado de difícil definición, relacionado con cansancio, agotamiento y está asociado a distintos aspectos de la persona (físico, mental, sensorial, emocional). Se produce luego de esfuerzos o tensiones sostenidas en cualquiera de las esferas mencionadas individualmente o general, afectando a la persona en un todo.

Al hablar de fatiga laboral nos referimos a la condición que se genera en la de la relación de la persona con el trabajo.

Fatiga Física

En este caso, la fatiga se debe, bien a una tensión muscular estática, dinámica o repetitiva, bien a una tensión excesiva del conjunto del organismo, o bien a un esfuerzo excesivo del sistema psicomotor. Se trata de la disminución de la capacidad física del individuo después de haber realizado un trabajo durante un tiempo determinado. La fatiga constituye un fenómeno complejo que se caracteriza porque el trabajador:

  • Baja el ritmo de actividad
  • Nota cansancio
  • Los movimientos se hacen más torpes e inseguros
  • Tiene sensación de malestar e insatisfacción
  • Disminuye el rendimiento en cantidad y calidad

Estos esfuerzos excesivos pueden estar causados por:

  • Factores dependientes de una organización incorrecta del trabajo o las tareas.
  • Factores dependientes del mismo individuo: alteraciones visuales, lesiones musculo-esqueléticas preexistentes.
  • Condiciones ergonómicas y ambiente de trabajo inadecuados.

La máxima cantidad de trabajo que puede realizar un músculo estará determinada por el ritmo de trabajo, la tensión muscular y la circulación sanguínea. Por tanto, la aparición de la fatiga estará relacionada con el mantenimiento de la irrigación y con el consecuente aporte de oxígeno al músculo.

Las exigencias físicas de trabajo que sobrepasen las capacidades del individuo

(sobrecarga de trabajo), pueden llevar a la situación de fatiga muscular. Si ésta se mantiene durante un tiempo, puede afectar no sólo a los músculos directamente implicados en la realización del trabajo, sino también a aquellos otros que no han intervenido en el trabajo e incluso al propio sistema nervioso. De esta manera, pasaríamos de una situación de fatiga normal, con un deterioro pasajero de la capacidad de trabajo de determinadas partes del cuerpo, que es fácilmente reversible mediante la introducción de descansos; a una situación de fatiga crónica o patológica, difícilmente reversible y que supone graves repercusiones de carácter general para el cuerpo humano.

El incremento de la frecuencia de los ciclos de trabajo genera síntomas de fatiga, dolor y tensión muscular, así como la disminución de los períodos de descanso. De hecho, es sabido que el trabajo repetitivo puede causar daño directo a los tendones, al someterlos a constantes contracciones y elongaciones, e incrementar la probabilidad de la fatiga de los tejidos, al reducir las posibilidades de recuperación. Los episodios repetidos de este tipo de trastornos pueden producir inflamación de los tejidos blandos y reducción de la movilidad articular. Si la sobrecarga del trabajo afecta a nervios, los síntomas pueden estar acompañados de pérdida de sensibilidad táctil y sensación de adormecimiento de las extremidades. En caso de exposiciones prolongadas a trabajo repetitivo, las personas pueden desarrollar trastornos músculo-esqueléticos con incapacidad irreversible. Un ejemplo característico es el síndrome del túnel carpiano, que se produce como consecuencia de las actividades en las que se realizan movimientos repetitivos durante gran parte importante de la jornada laboral.

Desde el punto de vista de la institución o empresa donde la persona desarrolla su tarea es importante identificar cuáles son las características de las condiciones de trabajo que incrementan la fatiga para implementar las medidas de prevención necesarias que puedan mitigarla, es decir, al minimizar los riesgos estaríamos reduciendo los efectos de condiciones de trabajo sobre la fatiga del trabajador. Por ejemplo, establecer la altura adecuada de la mesa de trabajo, la silla ergonómica, un teclado ergonómico, la iluminación y el ruido adecuado; y, además, el desarrollo de acciones centradas en la persona, como el entrenamiento en estrategias y habilidades de gestión del cansancio.

Fatiga Mental

La fatiga mental suele padecerse en trabajos en apariencia cómodos, pero con carga física debido a que se mantienen posturas estáticas (sedentarismo postural), con frecuencia incorrectas o forzadas y con escaso movimiento. Son tareas que exigen manejo de información y aplicación de funciones cognitivas tales como actividades mentales de comprensión, razonamiento, solución de problemas; atención, la concentración, la memoria, etc.

Las molestias y el cansancio que manifiestan los trabajadores quienes desempeñan este tipo de tareas ponen de manifiesto el desgaste que suponen y contradicen la creencia de que son trabajos descansados. Además de la fatiga mental, que puede desembocar en estrés, aparecen también los trastornos musculo-esqueléticos. Ambos, estrés y trastornos musculo-esqueléticos son causas importantes de ausentismo laboral.

La constante actividad mental que solemos mantener, incluso en momentos de reposo, nos impide estar en el aquí y el ahora y poner en juego solamente los recursos que precisamos para la tarea concreta que estamos realizando. Eso nos lleva a ejercer tensión innecesaria sobre nuestro sistema musculoesquelético. En cuanto a la recuperación al cabo de la jornada, el sueño es el principal elemento reparador.

Se pueden distinguir distintos tipos de activaciones mentales según la tarea que se desarrolla: monotonía, hipovigilancia y sobreestimulación. La monotonía es un estado de activación reducida, de lenta evolución, que puede aparecer en el desarrollo de tareas repetitivas. Se asocia a la somnolencia, disminución y fluctuación del rendimiento, y variabilidad de la frecuencia cardíaca. En la hipo-vigilancia se reduce el rendimiento en las tareas de vigilancia. La sobrestimulación se produce en tareas con requerimientos psicosensoriales bruscos, simultáneos, numerosos, persistentes y cambiantes, que exigen un gran esfuerzo de adaptación. Es necesario tener en cuenta que, en algunas profesiones, las consecuencias de los errores pueden ser graves, lo que incrementa el estado de tensión de la persona al atender estos estímulos y, por tanto, los efectos de la fatiga.

La relación entre estrés y fatiga es directa a mayor nivel de estrés, más esfuerzo y, como consecuencia, más fatiga. Inversamente cuanto más estrés más fatiga también.

Es importante la identificación de los indicadores iniciales de la fatiga, dado  que si continúa el desarrollo en el tiempo, se vuelve crónica y favorece la aparición de lesión y enfermedad. En dichos estadios la reversibilidad del cuadro es menos probable o puede dejar secuelas que dificulten la re-inserción laboral del trabajador.

Las consecuencias de la fatiga son:

? Mayor probabilidad de accidentes laborales

? Mayor ausentismo de los trabajadores fatigados

? Aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares

? Disminución del estado de alerta y vigilancia

? Disminución de la capacidad de atención sostenida

? Reducción de discriminación visual y auditiva

? Aumento de los errores de memoria

? Síndrome de fatiga crónica

? Estrés y desmotivación.

Es importante el mantenimiento de las buenas condiciones laborales, desde los factores ergonómicos, y los psicoeducativos y de las relaciones laborales dentro del ambiente del trabajo pero la prevención de la fatiga no sólo debe hacerse en el ámbito laboral, sino también en el extralaboral; es decir, el tener un hobbie, cambiar de actividad, distracciones, además del descanso y del sueño, colaboran en mantener el equilibrio psicofísico de la persona.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *