17 mayo, 2024

Ubicada en la Avenida Rivadavia 3899 (esquina Medrano), en el barrio de Almagro (a pasos de la estación Castro Barro de la línea A del subte).

La familia Almagro, en el año 1839, construyen una quinta ubicada en la esquina de Rivadavia y Medrano, donde se encuentra hoy en día «Las Violetas», una de las más distinguidas confiterías, decretada patrimonio histórico de la ciudad, es una de las pocas confiterías que mantienen su forma original. A pesar de haber sido refaccionada hace poco, esta conserva su estilo de época destacándose por sus ventanas de vitro y elegantes arañas.

Almagro es un barrio que tuvo siempre su personalidad, donde han convivido al mismo tiempo, tango, poesía, conventillos, quintas, caudillos políticos, fábricas, buenos colegios, y la iglesia más linda de Buenos Aires (San Carlos).

La historia de la confitería incluye la decadencia de los años ’90, la quiebra y la huida del dueño a España, la toma del lugar por parte de los empleados, el cierre, en julio de 1998

Nadie habla de números, pero la inversión ha sido millonaria, aunque no ha incluido la compra del edificio: la confitería funciona en un lugar alquilado, como hace 120 años. “Estamos lejos de recuperar esa inversión, porque se hizo justo antes de la crisis del 2001, pero tenemos el orgullo de ser los que recuperamos Las Violetas, y eso no es poco: es una chapa importante para cualquier empresario gastronómico”, dice a este diario Rubén Fernández, uno de los socios. De hecho, algunos de los empresarios coinciden en otro emprendimiento, la reconstrucción del célebre Café de los Angelitos, de Rivadavia y Rincón.

Mientras estuvo cerrada varios fantasmas la sobrevolaron: algunos decían que en su lugar se iba a levantar un banco o un local de comidas rápidas. Sin embargo «Las Violetas» sobrevivió a los malos presagios y hoy se recupera. «A pesar del mal momento económico, creemos que vale la pena salvar este lugar», dijo Ramón Conde, uno de los dueños empresarios.

Es un gran ejemplo para los empresarios gastronómicos, ya que no solo sobrepasa las obligaciones y éticas que tienen que asumir, sino que también dejan de lado obtener ganancias y hasta dan por hecho que no van a recuperar la inversión.

Yo recomiendo que pidan el «María Calas» que es un plato enorme con mix de tortas del día, sandwichitos de miga, tostados que viene acompañado por café con leche para dos personas. El plato es grande en serio, así que comen tranquilos 3, lo que sobra, instantáneamente te lo envuelven para llevar.

No tiene wi-fi, ni un lugar al aire libre. Algo que también suma es que te ofrecen una hora de estacionamiento gratis.

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