25 noviembre, 2024

Finalizando el siglo XVI, gracias a la introducción de la técnica de la amalgama (resultante de la aleación del mercurio con otros metales, como cobre, zinc, plata, estaño u oro y otras clases de metales) con mercurio, la producción de plata se había duplicado, como así también la mortalidad de los indígenas.

Por un lado, entraban insumos y miles de esclavos negros para reemplazar a la población indígena y por otro lado salía la plata extraída del cerro Potosí. Debido a la salida no autorizada de metales preciosos por el Puerto de Buenos Aires, en 1594 el rey prohibió el comercio con este puerto y estableció que toda la producción de plata producida en el Alto Perú debía salir a España a través del puerto de Lima, con algunas excepciones para evitar el desabastecimiento de la población: la autorización de fletar dos embarcaciones anuales con productos de la zona (cueros, principalmente).Esta situación llevó como única solución al contrabando, que pasó a ser la actividad económica más rentable de la Buenos Aires colonial.

En 1536 en la región pampeana se desarrollaba la principal actividad económica, la ganadería. Tenían por objeto la explotación del ganado vacuno para obtener su cuero, desechándose la carne.

Cuando el ganado cimarrón comenzó a disminuir su número, fue necesario internarse cada vez más en territorio bonaerense. Comienza así el momento de las estancias, del ganado marcado y de una mayor utilización del animal: nacieron las fábricas de cebo y los saladeros.

El eje de la economía se encontraba en Potosí, importante ciudad productora de plata, y se eligió Buenos Aires como salida del mineral hacia Europa. Por su ubicación estratégica, Buenos Aires se convirtió en la capital del nuevo virreinato.

El proceso revolucionario afectó profundamente a la economía del antiguo Virreinato.

En primer lugar, el principal producto exportado, la plata, comenzó a circular con dificultad y finalmente tras la pérdida de la zona de potosí se perdió la principal fuente de riqueza en ese momento.

La región económica del Litoral abarcaba las actuales provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos, poseyó un desarrollo económico superior al resto del país, gracias a la exportación de productos ganaderos a Europa. Dentro de ella también se produjeron desequilibrios, porque Buenos Aires centralizó el comercio exterior a través de su puerto, lo que le permitió beneficiarse con los ingresos procedentes de las exportaciones, limitando así los beneficios de las otras provincias litorales.

Sin embargo, en la zona del interior las ciudades perdieron importancia y con ellas los sectores mercantiles que había prosperado durante la época colonial.

Con la sanción del Reglamento de Comercio Libre (de 1778, bajo la dinastía de los Borbones) se buscó proteger los intereses comerciales de los productores peninsulares en los mercados cautivos coloniales. El comercio libre tuvo consecuencias desastrosas para el interior del virreinato, solo algunos sectores, como el aguardiente, las carretas, artículos de montura y transporte, y los tejidos de lana, pudieron sobrevivir.

En el primer cuarto del siglo XIX el principal producto exportado era el tasajo, mientras que a mediados de siglo era la lana de oveja. Sin embargo, ya a finales del siglo las exportaciones de cereales (maíz y trigo), que anteriormente eran inferiores a las importaciones, aumentaron fuertemente y se convirtieron en el principal producto del sector primario-exportador argentino. En 1876 se realizó el primer embarque de carne congelada hacia Europa, y al año siguiente las primeras exportaciones de cereales. Hacia mediados del siglo XIX la economía argentina comenzó a experimentar un crecimiento rápido por la exportación de sus materias primas provenientes de la ganadería. Esto marcó el principio de un período significativo de expansión macroeconómica.

A finales del siglo XIX y comienzos del XX se desarrollaron barcos frigoríficos que hicieron posible el transporte de carne refrigerada. Con los cambios en la producción y exportación, el país logró un fuerte crecimiento de su economía hasta situarse dentro de las mayores potencias mundiales.

Antes de la Primera Guerra Mundial, la inversión de capital era principalmente inversión de capitales extranjeros.

Podemos decir que las exportaciones de Argentina entre 1900 y 1920 se concentran fundamentalmente en torno a tres productos; la lana, el trigo y la carne.

También tuvo un sector orientado a la explotación y exportación agrícola de avanzada tecnología, una base industrial potente y diversificada, un notable nivel de desarrollo en el área científico-tecnológica y una población mayoritariamente. A principios del siglo XX, la República Argentina era uno de los países con mejores perspectivas del mundo.

Los principales lazos comerciales de Argentina se establecieron con Inglaterra, que se convirtió en el principal inversor en el país, y en menor medida con Alemania, Francia y Bélgica.

A pesar de que Argentina no estuvo implicada directamente en las Guerras Mundiales ni en la Gran Depresión, el tipo de modelo productivo que se seguía en el país hizo que estos acontecimientos tuvieran impacto sobre su estructura económica y comercial del país, aunque es cierto que los efectos fueron diferentes.

Tras la Segunda Guerra Mundial, en Argentina se construyó un modelo económico de Industrialización por Sustitución de Importaciones, que consistía básicamente en producir internamente aquellos bienes, generalmente industriales, que antes se importaban de otros países.

Las exportaciones, por su parte mejoran, sobre todo durante la I Guerra Mundial. Esto se debe a que Estados Unidos toma cada vez mayor importancia como socio comercial con Argentina.

Durante la década del 90 hacía el final del segundo mandato de Menem, la situación económica argentina se deterioró sensiblemente, hubo quiebres de empresas, durante la década del 90 ciento veinte mil fábricas que cerraron sus puertas, debido a la poca competitividad por el peso sobre-valuado, lo que disminuyó sensiblemente las exportaciones.

A principios del siglo XX, la economía argentina se basaba en la exportación de productos agrarios y la importación de manufacturas. El sector industrial era poco importante y el peso de la economía residía en la agricultura, con grandes extensiones de tierra dedicadas a la producción de cereal y carne.

 

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