El fileteado porteño: Orgullo Argentino.
Una expresión del arte más simple a la vez que minucioso y representativo de la cultura popular, parte de la identidad de una sociedad entera que a través de un pincel y algunas líneas es capaz de expresar los sentimientos más profundos.
Tal como sucede con el tango, su origen es tan incierto como inevitable. No hay registros certeros con fechas y lugares que permitan establecer cuándo y dónde nació ésta práctica decorativa. Sin embargo, varios testimonios dan cuenta de lo que, se cree, fue el inicio del fileteado porteño, y lo sitúan a principios del siglo XX, en la ciudad de Buenos Aires.
Los entendidos en el tema le atribuyen la creación de ésta técnica a, principalmente, tres inmigrantes italianos: Cecilio Pascarella, Vicente Brunetti y Salvador Ventero, por lo que se podría suponer como su posible lugar de nacimiento los antiguos barrios porteños de San Telmo o La Boca, donde se instalaron los primeros inmigrantes llegados de Europa. Y éste legado fue transmitido a sus hijos, quienes orgullosamente se dieron a la tarea de difundirlo hasta darle trascendencia mundial. Lo que empezó siendo un par de cintas o hilos a punta de pincel decorando los carros grises de la casi monocromática sociedad porteña del 1900, terminó siendo un elemento constitutivo y fundamental de la identidad de los argentinos, como así también una colorida imagen que mostrar al mundo.
El fileteado es un estilo artístico decorativo con un enorme valor simbólico, y su razón de ser es simple pero indudablemente valiosa: embellecer, adornar, aportar color y dar vida. Así se desarrolló a través de los años, y, aunque sus orígenes fueron modestos, hoy es reconocido internacionalmente como una expresión artística destacada y única, al punto que, en 2015, la UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Pero, qué elementos definen y caracterizan al fileteado porteño? Fundamentalmente, se destaca el uso de líneas o hilos que devienen en espirales y círculos, de diferentes grosores, con recursos estilísticos como el uso de sombras y contrastes de color, con elementos como hojas, flores, animales y banderines. Y con el paso del tiempo se han incorporado al diseño original imágenes grotescas, retratos de personajes icónicos de la cultura argentina, y frases acuñadas por el saber popular, como dichos y refranes, donde siempre se advierte el uso del lunfardo.
A pesar de los intentos por suprimirlo, el filete porteño ha sobrevivido y trascendido fronteras, ganando cada vez más prestigio y reconocimiento a nivel mundial. Hoy puede verse en carteles en tiendas, bares, e incluso en hogares particulares. También es muy utilizado en diseño gráfico, publicidad, en artesanías y souvenires para los turistas que cada año visitan la Argentina, y se sumergen en la nostálgica atmósfera porteña y, entre los más jóvenes en tatuajes y bodypainting. Y es una práctica en constante crecimiento, al punto de que cada vez hay más personas interesadas en aprender el oficio de “fileteador”.
Evidentemente, más que una mera técnica de pintura, el fileteado porteño es una exprésion artística única, es parte de la identidad porteña, es Patrimonio de la Humanidad, y es argentino.