12 octubre, 2024

A punto de finalizar la campaña olivarera, los precios del aceite de oliva siguen batiendo sus propios récords con cotizaciones medias en origen, que se sitúan ya en 3,8 euros kilo para un virgen extra, 3,7 euros para un virgen y 3,6 euros para un tipo lampante que necesita refinarse para su consumo. Se trata de precios medios solo similares a los que se lograron hace una década, y superiores incluso a los de la crisis del 1995 —consecuencia entonces de la sequía—, cuando los aceites se colocaron en 500 pesetas por litro.

En medio del sector productor y de la industria se estima que los precios se mantendrán altos durante los próximos meses por una producción inferior a la esperada, solo de 1,3 millones de toneladas frente a unas previsiones iniciales de 1,4 millones. Esto se debe al descenso de cosecha en la mayor parte de los países y a un incremento mundial de la demanda. En el caso de España, esta situación se verá igualmente favorecida por la existencia de unos stocks de solo 242.000 toneladas, un 29% por debajo de la media de las cuatro últimas campañas, unas elevadas exportaciones y al sostenimiento de la demanda interior.

En el sector olivarero explican que el comportamiento alcista del mercado responde también a la existencia de lluvias insuficientes hasta la fecha para poner a punto los olivares de cara a la próxima campaña. Un dato valorado muy positivamente por el sector productor es que la subida de los precios ha mantenido fuerte el ritmo de la exportación y sostenido la demanda interior, aunque se ha puesto fin a los precios escandalosos de oferta que llegaron en los últimos meses a 2,19 euros litro.

Mercados emergentes

En la campaña pasada, con los precios ya al alza, las exportaciones se mantuvieron elevadas hasta casi las 900.000 toneladas con el sostenimiento de las ventas en los mercados tradicionales y el incremento en países emergentes en la demanda de aceite como China o Japón, aunque se pierden posiciones en otros como Australia por las campañas locales en favor de la producción propia. En el mercado interior también se produjo una ligera recuperación hasta superar las 500.000 toneladas.

En la actual campaña, según las estimaciones del Consejo Oleícola Internacional, la producción esperada para todos los países es de entre 2,8 y 2,9 millones de toneladas, frente a los 3,15 millones de toneladas de la campaña anterior. Con la excepción de Turquía, donde se espera un aumento de la producción de 143.000 a 177.000 toneladas y Marruecos que se mantiene en 130.000 toneladas, todos los demás países bajan.

La cosecha española pasa de 1,4 a 1,3 millones de toneladas; Italia baja de 470.000 a 330.000 toneladas, una cifra igual a lo que importa desde España; Grecia pasa de 320.000 a 260.000 y Túnez de 140.000 a 100.000 toneladas, entre los productores más importantes. Países emergentes en la producción de aceite llegan con cifras escasamente significativas, como Australia con 21.000 toneladas, Argentina con 25.000 toneladas, Estados Unidos con menos de 20.000 toneladas —frente a una demanda de más de 300.000 toneladas— o China, con solo 5.000 toneladas en la campaña pasada.

Consecuencias de la especulación

La bajada de la producción de los países mediterráneos es una de las claves que explica el alza del aceite, pero no la única. Carlos Jiménez, director de Operaciones del grupo de alimentación Acesur, presente en 90 países, cree que la cantidad almacenada y la producción actual es suficiente para abastecer la demanda de España (entre 40 y 45 millones de kilos al mes) e incluso las exportaciones, que suponen entre 60 y 90 millones de kilos al mes, que van destinados a granel a Italia y Estados Unidos, principalmente, mientras el resto lo adquiere envasado.

Lo que ha sucedido para que se haya registrado un alza tan elevada de los precios tiene que ver con la especulación. «El 50% del aceite se compra para revenderlo. Solo la mitad va directamente del productor al envasador», explica Jiménez.

Con este escenario económico, el productor se está beneficiando de un alza histórica de los precios, pero el envasador «sufre», según relata el directivo, quien explica que un precio de 3,7 euros por kilo de aceite virgen extra en origen supone que llegue a los lineales de los supermercados a unos cinco euros por kilo. «Ese precio es inasumible para el consumidor y las cadenas de distribución presionan para que se baje, por lo que el envasador es quien termina asfixiado en ese sandwich», comenta Carlos Jiménez. El directivo del grupo que comercializa, entre otras, marcas tan conocidas como Coosur o La Española, lamenta el «nulo sentido de sector» de los especuladores, principalmente de la situación.

«TREMENDA PREOCUPACIÓN» DE LOS CONSUMIDORES

Juan Moreno, presidente de la Unión de Consumidores de España en Andalucía, asiste al alza del aceite con “tremenda preocupación”. El primer efecto es que el usuario, ante un alza inasumible, pase a mezclar o incluso a utilizar otras grasas, más baratas, pero menos beneficiosas para la salud y de peor calidad.

“Ante una situación tan delicada de muchas familias, que han perdido capacidad adquisitiva, los consumidores pueden detraerse un consumo que ha costado mucho consolidar, pero que puede venirse abajo en una noche”, advierte Moreno.

El representante de los consumidores también advierte, como los envasadores, una tensión especulativa “artificial” que perjudica directamente al comprador.

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