17 mayo, 2024

Cuando hablamos de desempleo o de falta de trabajo digno en la Argentina, nos referimos a dos conceptos diferentes pero que a su vez van de la mano.

El derecho a un trabajo digno y productivo es un derecho humano, universal, inerte a cada persona (solo por el hecho de ser persona), es algo que deberían tener en claro y que deberían priorizar quienes nos gobiernan, debería ser el principal deber y obligación moral, si deseamos un prospero y exitoso porvenir para futuras generaciones.

En la Constitución se consagra en sus artículos 14 y 14 bis, diversas formas que el ciudadano o ciudadana gozara del derecho del trabajador y que el 10 de Diciembre de 1948 la Declaración de los Derechos Humanos estableció que:

Toda persona tiene derecho al trabajo

A condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo

A la protección contra el desempleo

Derecho a igual trabajo por salario igual

Derecho a una remuneración equitativa que le permita y les asegure a sí y a su familia una existencia digna.

Toda persona tiene derecho a formar sindicatos

A sindicarse para la defensa de sus intereses

Artículo 123. Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley.

 

Poniendo el ojo en nuestra triste realidad, en la realidad de los Argentinos hoy en día, me pregunto si el derecho al trabajo, a la vida digna, no es un derecho olvidado en la constitución y por quienes nos representan y muchas veces hasta por los mismos ciudadanos.

La tasa de desempleo según el INDEC es de 7,5% esto asciende a 1.479.742 personas sin trabajo “según el INDEC”. Entre los trabajos no registrados, desocupados e inactivos se estipula que hay alrededor de 12 millones de personas sin un empleo de calidad.

En mi opinión un trabajo de calidad es aquel que le brinda al empleado cierta estabilidad, un sueldo que le alcance para tener una vida digna, que cumpla una jornada laboral acorde a su salario, que tenga periodos de vacaciones pagas, aguinaldo, cobertura médica, que pueda disponer de tiempo para estar con su familia, que sienta que no es un numero, que sus acciones son importantes, que se sienta identificado con la actividad que realiza, que esté motivado, que le de dignidad, que le permita crecer y desarrollarse como individuo en lo profesional y en lo personal.

Lamentablemente, y me da tristeza admitirlo en nuestra sociedad abundan los trabajos NO dignos.

 

“mejor esto, que no tener nada”

“y  bueno, es lo que hay”

“Estoy contratado hace mas de 8 años”

“me aumentaron el sueldo un 5%, el mono tributo se me fue al doble”

“a mi edad que voy a esperar… gracias que puedo hacer algo”

“El supermercado es imposible”

“A la noche comen solo los chicos”

Estas son algunas de las frases que se escuchan a diario.

 

¿Qué paso con la célebre frase “El trabajo es salud y dignifica”?

El conformismo es moneda corriente, al igual que la queja constante, así como la falta de oportunidades y la falta de cultura de estudio y trabajo.

La educación es fundamental para que las generaciones futuras no sigan con este modelo de país pobre, sin esperanza y sin expectativa.

El número de adolescentes que abandonan la escuela es muy elevado, así como los que se reciben pero sin conocimientos básicos; esto influye en el desarrollo personal, en las expectativas, en la necesidad de crecer y progresar, en aprender a elegir carreras, formas de vida, en tener una formación y una ideología para poder elegir mejor a quienes nos gobiernan. En entender que además de ser individuos somos parte de una sociedad que podría ser prospera y exitosa, que el que tenemos al lado también vale, que las necesidades de cada uno son importantes y que hay que defender nuestros derechos como los de los demás, que lo ideal es que todos crezcamos y no solo unos pocos.

Si de verdad queremos que exista una Democracia Constitucional, un estado de Derecho, es de fundamental importancia que los que tienen el poder de hacerlo instrumenten políticas de estado donde el trabajo y la educación sean prioridad y una realidad concreta.

A mi punto de vista si continuamos con políticas de tipo asistencial, no vamos a solucionar nada, no mejorara la situación de desempleo ni tampoco el flagelo de la indigencia y pobreza que cautiva al 31% de la población. El asistencialismo no hace más que fomentar la cultura del no trabajo, el atraso, la postergación, la exclusión, la falta de oportunidades, la cultura del menor esfuerzo, de la falta de expectativas y de la inexistente valoración personal.

Se deberían impulsar y fortalecer políticas sociales que promuevan el trabajo productivo, empleos estables y con mejores salarios. Dar apoyo a aquellas personas quienes se comprometan de verdad con el trabajo.

Creo que si tenemos la capacidad de elegir gobernantes que puedan llevar adelante una verdadera movilización social que resuelva genuinamente la situación de desempleo y pobreza, podremos empezar a romper las cadenas de esclavitud, de la indigencia, de la falta de trabajo y de la falta de pan en nuestras casas.

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