27 diciembre, 2024

Es oportuno reflexionar sobre un elemento que incide directa y profundamente en el aprovechamiento escolar de los estudiantes: LA ILUMINACIÓN EN EL AULA DE ESTUDIOS.

Es recomendable que en el salón de clases al ubicar las mesas, estas se coloquen correctamente respecto a las ventanas para evitar deslumbramiento y que la luz solar se proyecte directamente sobre la superficie de trabajo, complementandose con el uso de persianas y cortinas que además evitan la radiación solar directa. Al instalar un alumbrado sobre el pizarrón, las lámparas deben estar colocadas en luminarias (aparatos que sirven de soporte y conexión a la red eléctrica) que las oculten a la visión directa así como pintar la parte superior de las paredes de color claro.

Siempre que sea posible, debe obtenerse el mayor rendimiento posible de la luz natural, tanto por su calidad como por el ahorro energético que se alcanza, aunque normalmente la luz solar no es suficiente luminar para las zonas más alejadas de las ventanas ni está disponible a toda hora. Una buena iluminación debe permitir realizar actividades elementales como escribir, leer y visualizar el contenido del pizarrón.

Tipos de iluminación

La luz natural proveniente del sol es ideal para realizar todas nuestras actividades, pero como ya se mencionó, no se puede contar con ella permanentemente por lo que debemos complementar o incluso sustituirla cuando las condiciones así lo exijan, por luz artificial. Afortunadamente el avance tecnológico y las investigaciones sobre cómo incide la iluminación en los ambientes cerrados (fábricas, oficinas, escuelas) permiten que hoy las lámparas no solo cumplan con su función de iluminar sino que generan ahorros sustanciales en el consumo de energía eléctrica y además sean amigables con el medio ambiente.

La luz cálida es la que tiene un tono de color amarillento o rojizo, la luz fría proporciona un tono más claro y/o azulado, y ambas son muy utilizadas al momento de tomar fotografías precisamente para dar ese efecto (calido o frio). La luz amarilla, proveniente de la lámpara incandescente, no se recomienda para estudiar o para leer, porque provoca más cansancio a la vista, además de que su luz se produce mediante el calentamiento por efecto joule de un filamento metálico (wolframio) hasta ponerlo al rojo vivo, mediante el paso de corriente eléctrica. Actualmente se consideran poco eficientes ya que el 95 por ciento de la electricidad que consume la transforma en calor y solo el 5 por ciento restante en luz.

La lámpara o tubo fluorescente basa su funcionamiento en la fosforescencia, ya que se trata de una lámpara de vapor de mercurio a baja presión y es muy utilizada para la iluminación doméstica e industrial por su gran ventaja en eficiencia energética. En realidad este tipo de lámparas no dan una luz continua, sino que muestran un parpadeo (efecto estroboscópico) que depende de la frecuencia de la corriente alterna aplicada, por ejemplo 50 Hz. Este efecto no se nota a simple vista, pero una exposición continua puede producir dolores de cabeza. Este tipo de luz aunque es difusa, no es aconsejable para la lectura ( lo que incluye las tareas o trabajos escolares) por impide una apropiada fijación de la vista sobre el objeto al hacer que los contornos de elementos mínimos tiendan a desaparecer, impidiendo su enfoque adecuado, lo cual genera fatiga visual.

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