Originado en la década de los 60 en Inglaterra y Estados Unidos, el Pop Art es un movimiento artístico jugado que se caracteriza por contener imágenes de la cultura popular de dicha época. Estampados gráficos, colores puros y saturados y una buena dosis de sentido del humor.
Inspirado en la publicidad, los cómics, y los objetos o marcas de culto no solo influyeron en la moda del momento sino también en la decoración de interiores.
Para conseguir este look, invadir las paredes del hogar con pósters o cuadros: Coca Cola, las latas de sopa Campbell y las obras de Andy Warhol y Roy Lichtestein evocan de inmediato la estética sesentera.
El color lo es todo. Para lograr lucir este estilo furioso en los interiores, hay que apostar por tonos vivos y brillantes. Los juegos de contrastes no son una opción, sino una máxima expresión.
Los muebles de diseñadores estadounidenses de mediados de siglo encajan a la perfección en este look. Harry Bertoia, Charles Eames o Eero Saarinen son tan sólo un ejemplo.
Es sumamente fácil combinar este estilo con otros. Y como es mejor una imagen que mil palabras… Nada lo describe mejor que esta imagen.