Masticar ya es el principal evento culinario de la Ciudad
La séptima edición de la feria de cocina convocó otra vez a 130.000 personas. Hubo 50 puestos de restaurantes.
El sol de la primavera porteña fue el último condimento que completó la fiesta de los sabores. Ayudada por el clima y la pasión por la cocina, la séptima edición de la feria culinaria Masticar convocó otra vez a 130.000 personas. La exposición de cocina que se realiza en Colegiales ya se consolidó como el principal evento gastronómico de Buenos Aires.
Durante los cuatro días de la feria hubo 34 charlas y clases de chefs. Foto: Germán García Adrasti.
Además del predio de El Dorrego, otra vez la organización acertó en sumar los 15.000 metros cuadrados de la sede de la UCA, con lo cual, pese a la multitud, la gente pudo moverse con suficiente comodidad. A pocos metros de la entrada de Zapiola y Matienzo, el cariñoso humo de las brasas ya recibía a los visitantes. Algunas de las mejores parrillas de Buenos Aires volvieron a ofrecer sus cortes en sándwiches. El stand de La Cabrera, por ejemplo, apostó por las hamburguesas de Wagyu, una raza de vacas de Japón. A pocos metros, una de las novedades fue el puesto de Carne, la cadena de hamburgueserías de Mauro Colagreco, chef mundialmente reconocido que por primera vez se sumó a Masticar.
En esta edición también visitaron la feria cocineros destacados de otros países, como la brasileña Roberta Sudbrack y el indio Gaggan Anand.
La feria volvió a mostrar una propuesta que acepta cada vez más gente: las carnes «exóticas». Hubo hamburguesas de carpincho, que ofrecía Los Infernales, el restorán de San Telmo. En Puratierra, en tanto, la novedad eran las arepas de carne de yacaré y la ensalada de pato. También llamaron la atención los restaurantes de cocina oriental, como Una canción coreana o Sunae Asian Cantina.
Al público se lo ve cada vez más exigente e informado. No por nada entre los cuatro días hubo 34 charlas, conferencias y clases dictadas por prestigiosos chefs argentinos. Muchos se volvieron populares de la mano de la TV, y lo corroboraron este fin de semana en la exposición: el stand de Los Petersen, por ejemplo, casi permanentemente tuvo una larga fila de sibaritas esperando su plato. Y otros cocineros eran detenidos a su paso para que se sacaran selfies.
«La organización me gustó más que otros años. Estuvimos cómodos, los baños estaban limpios y había suficiente espacio», resumió Patricia Fernández, vecina de San Cristóbal. En tanto, José Luis Garcés, agregó: “Los precios estuvieron bastante bien, y me gustó que se ocuparan mucho de la higiene, todo el tiempo había personal limpiando las mesas». Los platos se vendían por entre $ 60 y $ 120.