Inicialmente el trabajo humano se limitaba a la adquisición y suministro de los elementos necesarios para la vida cotidiana, pero la creación de núcleos humanos cada vez más numerosos, creo la diversidad de oficios y necesidades; llevó a la diferenciación de las tareas y por consiguiente a la especialización y dedicación para quienes las debían cumplir. Empezó así la génesis de los oficios y en la medida de que a tales oficios se les exigía contenidos teóricos y prácticos, se fueron creando y consolidando las profesiones.
La profesión siendo un legado personal fructificado, y tras ingentes sacrificios y vicisitudes, exige responsabilidad, honestidad, entrega, idoneidad, comunicación permanente y actualización, así, la profesión se ejerce para el beneficio a la comunidad la cual espera y deposita la confianza en que la solución de las requisiciones se realicen con pleno consentimiento.
La vocación como la inclinación natural de una persona por la profesión, realidad compleja que le permite al individuo, a través de su parte laboral lograr la plenitud como persona, hace factible que las personas seleccionen la profesión adecuada y en esta forma desarrollen óptimamente las funciones que competen a esta profesión.
Si no se tiene un comportamiento ético adecuado para la profesión como Administrador de Empresas se tiene corre el riesgo de “caer”.
En el mundo empresarial, o particularmente en la realización de un negocio, la aplicación de una estrategia, la omisión de información relevante o la desinformación, puede ser beneficiosa económicamente. En efecto, se podría decir que un negocio ha sido bueno no solo porque se han beneficiado ambas partes sino porque uno ha sacado mayor provecho. Se podría establecer que un negocio bueno en el sentido moral, es un mal negocio en el sentido económico, ya que en el sentido moral se busca un acuerdo beneficioso sincero para ambas partes, y en el sentido económico se busca sacar una ventaja desde el punto de vista de la expectativa. Frente a estas posiciones encontradas, es necesario que hagamos un alto en el camino, reflexionemos sobre nuestros actos como profesionales de la administración de empresas, y emitamos un juicio autocrítico por medio del cual podamos establecer una posición sólida, en cualquiera de los dos polos, que nos defina como profesionales éticos, o como todo lo contrario.
Los administradores de empresas que se encaminan hacia el desastre, han perdido la visión global del negocio. En cambio, a menudo, su atención está enfocada en forma miope a aplazar el inminente desastre. Los problemas sustantivos se esconden debajo de la alfombra o son expulsados de la conciencia mientras se dedica obsesivamente a buscar el mejor ángulo a la última mala noticia, escondiendo astutamente cualquier defecto corporativo. Esta caída frenética generalmente es acompañada de una racionalización con la que el líder simplemente busca ganar tiempo y hacer los arreglos sustantivos después.
Impacto social del comportamiento ético del administrador de empresas
Se plantea que la ética no es un ingrediente para triunfar en los negocios, pero equivocadamente, ya que los negocios se hacen a través de personas, y por lo mismo sería un error llevar la interacción estrictamente al enfoque del beneficio provechoso para el más fuerte.
El hacer honradamente el propio trabajo es una de las exigencias radicales del hombre en cualquier cultura. En el campo de la competencia en la cual la empresa se encuentra inserto, tampoco aplica la estricta visión ética. Por el contrario, la competencia es cruda y para lograr éxito se construyen sofisticadas estrategias de impacto. Esto es una actuación de guerra, donde la mente del consumidor es el campo de batalla.Una buena actuación ética es simultáneamente una buena actuación profesional. La ética descubre en los hombres algo de más valor que la simple actuación.
La ética empresarial es una exigencia de la persona, cualquiera sea su trabajo. Si genuinamente se mantiene una preocupación por los empleados proporcionándoles dignidad y respeto, el trabajador estará feliz y motivado por producir calidad. En muchas empresas inmersas en la competitividad y falta de tiempo para todo, los trabajadores son el recurso humano. Esto puede al menos interpretarse como sujetos que no son personas sino recursos . Estos recursos son atractivos en la medida que cumplan con juventud, dedicación, resultados, identificación con la empresa, esfuerzo que vaya más allá de la estricta responsabilidad, ser capaz de trabajar en equipo, ser agradables, saber de computación y tener un idioma alternativo. Mejor aun si su costo es bajo. Este es el comportamiento de las empresas hacia los recursos humanos o mejor dicho, el talento humano en la mayoría de las empresas que interactúan en un ambiente de competencia, y sin embargo existen empresas que no dudan en mencionar que las personas son uno de sus principales activos.
En el lenguaje ético, la dificultad para saber cuándo una acción humana es buena o mala, es similar a la de preguntarse si un negocio será bueno o malo: no tenemos seguridad, pero tenemos una idea suficiente para saber si una decisión es razonable . No basta con contar con las mejores herramientas, para pasar del análisis a la ejecución hay que estar convencidos, hay que prever las consecuencias y responsabilidades. El esfuerzo y el éxito, los conceptos que normalmente se manejan en el mundo empresarial tienen connotaciones intangibles y diversas según el concepto que cada uno tiene , por lo tanto no se pueden juzgar como verdaderos o convenientes desde la perspectiva de lo cuantificable.
La ética empresarial no es un valor añadido la ética es un valor intrínseco de toda actividad económica y empresarial, ya que cualquier actividad empresarial incluye al ser humano.