En Septiembre de 2017 la Ciudad de México sufrió un terremoto, el cual, entre otras consecuencias, afectó seriamente al turismo local. La ocupación hotelera, luego del sismo, descendió un 45%, hubo cancelación de eventos y convenciones.
En los días siguientes al sismo la Ciudad de México no fue atracción para ningún turista. Se estuvo realizando grandes esfuerzos por volver a poner la capital de pie y reconstruir los daños causados.
El sector turismo tuvo un gran trabajo por hacer. La Ciudad de México estaba muy bien posicionada en el sector de turismo de negocios y también de actividades culturales y espectáculos. Pero luego de este terremoto la ciudad daba una imagen de desesperación, en donde los lugareños no tenían tiempo para ofrecer sonrisas al turismo, sino que debían solucionar sus problemas antes.
No se sabía cuánto tiempo iba a llevar volver a la ciudad que era antes del temblor, un lugar de fiesta y risas, mientras que la imagen que brindaba era de escombros, desolación, drama y tristeza.
Más allá que la capital es el segundo destino más visitado del país, hubo destinos de sobra que optimizaron la situación. Como la Riviera Maya, Los Cabos, Puerto Vallata y San Miguel de Allende.
Se esperó con ansias la recuperación de la ciudad y la vuelta del turismo a lo que era antes, ya que es una actividad muy importante para México. Se trata de un sector que ofrece mucho trabajo, generando más de 9 millones de empleos, además de aportar el 8,5% del PBI. En el último tiempo produjo más divisas que el petróleo.
Se tomaron muchas medidas para que, una vez reparados los daños, se vuelva a atraer al turismo. Y en conjunto con el trabajo arduo que realizó el Consejo de Promoción Turística, la ciudad de México pudo recuperarse poco a poco de este problema. Los lugareños fueron recuperando la fe, la esperanza y la sonrisa, para poder recibir a los turistas nuevamente.