23 diciembre, 2024

El ambiente térmico donde trabaja una persona puede afectar su bienestar, salud, seguridad y productividad.

El estrés térmico es una consecuencia de la falta de prevención en el trabajo, por eso es considerado una enfermedad profesional. El riesgo depende de la actividad física que realice, la ropa que use, condiciones personales y las características del ambiente que lo rodea.

En el ámbito laboral existen muchos puestos de trabajo donde se realizan tareas en ambientes fríos, debido a trabajos que se realizan a la intemperie o en recintos industriales
(agricultura, construcción, jardinería y mantenimiento urbano, comercio ambulante, estaciones de esquí, cámaras frigoríficas, mataderos, etc.)

La exposición laboral a ambientes fríos depende fundamentalmente de la temperatura y velocidad del aire. La combinación del viento y una temperatura ambiente baja aumenta significativamente la capacidad de enfriamiento del ambiente.

El estrés térmico por frío:  es producido cuando el flujo de calor cedido por el cuerpo al ambiente es excesivo. Causando un descenso de la temperatura interna causando mecanismos involuntarios como el aumento de la actividad metabólica que implica la activación de los músculos con la correspondiente generación de energía acompañada de calor. Y la vaso constricción que trata de disminuir el flujo de sangre a la superficie del cuerpo y dificultar así la disipación de calor al ambiente.

El cuerpo humano debe mantenerse a una temperatura corporal constante de 37º, para así poder preservar la salud y disponer de energía para realizar el trabajo encomendado. Para mantener esta temperatura constante, el cuerpo genera energía a través de numerosas reacciones bioquímicas, la cual se emplea en mantener las funciones vitales, realizar esfuerzos, movimientos, etc. La exposición al frío puede comenzar a considerarse peligrosa cuando la temperatura corporal descienda a 35º, que se manifiesta en forma de un intenso temblor y puede generar alteraciones en el sistema vascular.

Efectos sobre la salud de la exposición al frío: El efecto más evidente y directo del estrés por frío es el enfriamiento inmediato de la piel y las vías respiratorias superiores. También puede producir desde incomodidad, deterioro de la ejecución física de tareas, enfriamiento local que puede ser enfriamiento de las extremidades, enfriamiento cutáneo por convección (enfriamiento por el viento), enfriamiento cutáneo por conducción (enfriamiento por contacto), hasta la más grave que es la hipotermia, que consiste en una pérdida del calor corporal.




Para llevar a cabo evaluaciones del ambiente térmico es necesario realizar mediciones ambientales y determinar su efecto sobre los trabajadores.

Los trabajadores con mayor riesgo de sufrir efectos de la exposición al frío son:
– Trabajadores de avanzada edad: los principales mecanismos de defensa ante al frío se encuentran debilitados, lo que lleva a la pérdida de la capacidad de sentir los cambios de temperatura que impiden la adecuada respuesta de adaptación.
– Trabajadores con enfermedades crónicas: como insuficiencia respiratoria y asma, afecciones cardiovasculares, diabetes, hipotiroidismo, adicción, enfermedades neuropsiquiátricas o ciertas enfermedades agudas como infecciones respiratorias.
– Trabajadores que toman medicación para el tratamiento de enfermedades crónicas: existen medicamentos pueden agravar síntomas ligados al frío, al interferir los mecanismos de adaptación del organismo, y también pueden contribuir a provocar o agravar una hipotermia.

Primeros auxilios para el estrés térmico por frío:
Cuando se produce hipotermia los síntomas suelen comenzar lentamente, se genera confusión, somnolencia, debilidad, pérdida de coordinación, piel pálida y fría, disminución del ritmo respiratorio y frecuencia cardíaca y temblor incontrolable.
Las acciones principales son proteger, avisar y socorrer.
– Se debe llevar al víctima a un lugar donde la temperatura sea apropiada, sacarle la ropa mojada y cubrirla con mantas calientes.
– Cubrir la cabeza y el cuello del trabajador para ayudar a retener el calor corporal.
– Dar de beber bebidas calientes y suaves (sin cafeína o alcohol), siempre y cuando no esté perdiendo el conocimiento.
– Permanecer con el trabajador, comprobando los signos vitales, hasta que llegue la ambulancia o trasladarlo por nuestra cuenta si es posible.
– No se debe usar calor directo.

Cuando se produce congelación, las partes más vulnerables son manos, pies, nariz y orejas. Los primeros síntomas son sensación de hormigueo seguida de adormecimiento, pero más tarde se produce insensibilidad en la parte afectada.
Las acciones a llevara cabo son:
– Llevar al trabajador a un lugar cálido.
– Sacarle la ropa húmeda o cualquier prenda ajustada. Secarlo y abrigarlo.
– Dar bebidas calientes y suaves, siempre y cuando no esté perdiendo el conocimiento.
– Poner gasas secas y limpias en las áreas congeladas, separando entre sí los dedos de las manos o de los pies afectados.
– Mover las áreas descongeladas lo menos posible.
– No descongelar un área si no puede mantenerla descongelada ya que la recongelación puede provocar daños mayores a los tejidos.
– No usar calor directo, ya que puede quemar los tejidos.
– No reventar las ampollas de la piel congelada. Ni masajear la piel congelada.
– Permanecer con el trabajador, comprobando los signos vitales, hasta que llegue la ambulancia o trasladarlo por nuestra cuenta si es posible.

Medidas preventivas:

Lo primero que debemos hacer es intervenir aquellas variables que intervienen en el balance térmico, como la actividad metabólica del trabajo, temperatura, velocidad y humedad del aire, evaporación del sudor, intercambio de calor por convección y radiación, y aislamiento de la vestimenta. También es necesario que se implemente actuaciones colectivas (organización de las tareas, suministro de equipos de protección individual, etc.) e individuales (dieta, presencia de trastornos circulatorios, ejercicio físico, información, etc.) en el lugar de trabajo.

Algunas medidas preventivas son:

– Proteger las extremidades para evitar el enfriamiento localizado.

– Entregar la ropa de abrigo y el calzado adecuado.
– Seleccionar la vestimenta adecuada para facilitar la evaporación del sudor.
– Ingerir líquidos calientes, con el fin de ayudar a recuperar pérdidas de energía calorífica.
– Utilizar ropa cortaviento para reducir el efecto de la velocidad del aire.
– Realizar reconocimientos médicos para detectar de manera precoz trastornos vasculares y dérmicos.
– Sustituir la ropa humedecida para evitar la pérdida de calor.
– Medir periódicamente la temperatura y la velocidad del aire para controlar las dos variables termohigrométricas de mayor influencia en el riesgo de estrés por frío.
– Disminuir el tiempo de permanencia en ambientes fríos para minimizar la pérdida de calor.
– Controlar el ritmo de trabajo y programar pausas para recuperar el calor perdido.
– Instalar zonas de descanso cálidas
– Establecer regímenes de trabajo – recuperación
– Hacer comidas equilibradas y adecuadas a las necesidades energéticas del trabajo con frío

Actualmente, la Res. 886/15 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, aporta a la legislación actual, un valioso instrumento como es el “Protocolo de Ergonomía” en cuyo Anexo I, Planilla 2H, se evalúan los Factores de Riesgos derivados del Estrés Térmico por Calor y Frío, utilizando la Curva de Confort de Fanger.

Con el objetivo de brindar la posibilidad de:
Resaltar la importancia de medir las variables ambientales (Temperatura del aire, Humedad relativa del aire, Temperatura Radiante, Velocidad del aire) tanto como las fisiológicas (Temperatura interna del cuerpo, frecuencia cardíaca, pérdida de masa corporal), con instrumentos calibrados y confiables, teniendo en cuenta que de lo contrario puede afectar la salud y seguridad del trabajador.

Calcular las variables climáticas utilizadas en la Curva de Confort de Fanger y su relación con otros parámetros como son el “porcentaje estimado de personas insatisfechas” (PPI) en cada situación laboral, con distinta vestimenta y actividad física, según la Norma ISO 7730.

– Mejorar la precisión de los métodos de determinación del consumo metabólico, aplicando la norma IRAM 3755 y UNE-EN- ISO 8996 – “Ergonomía del ambiente térmico. Determinación de la tasa metabólica”, ya que el valor de la producción metabólica de calor es un dato imprescindible para conocer el PPI.

– Aplicar los conceptos de Higiene y Seguridad en el Trabajo, de la Res. 295/03, Anexo II, Capítulo 8, sobre Estrés Térmico por Frío y Calor, los Síntomas Clínicos, Evaluación y Control, y las Pautas para disminuir la Tensión Térmica que provoca el estrés.


En conclusión hay que saber que es importante trabajar en condiciones óptimas de temperatura, y es necesario evitar los contraste de temperatura. Ya que produce una enfermedad laboral que genera bajas.

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