22 noviembre, 2024
El desafío de la concientización de la población general del siglo XXI, en materia de cuidado ambiental.

La humanidad ha tomado conciencia recientemente de que nuestro planeta, nuestro medioambiente, tiene límites en cuanto a sus recursos y poseé un equilibrio muy frágil. Debido al crecimiento explosivo de la población mundial, el enorme progreso tecnológico, la explotación descontrolada de los recursos propia del capitalismo, y las actividades humanas, se ejerce una presión insostenible sobre el ambiente. Una característica importante que distingue a la sociedad moderna de las pasadas, es el ritmo de los cambios a los que se somete al ambiente y el alcance de sus consecuencias.
La educación sobre el desarrollo sostenible es un instrumento para lograr el desafío ineludible de preservar al planeta y sus seres vivos, convirtiendo a los ciudadanos en seres responsables respecto al ambiente natural, cultural y social en el que viven. El crecimiento de este valor se debe basar en la sensibilidad y toma de conciencia de amplios grupos de profesionales (científicos, técnicos y docentes), como por la incorporación de políticas ambientales en las instituciones estatales.

Educación, capacitación e investigación constituyen una estrategia orientada a la formación de una nueva cultura ambiental que cambie preferencias de consumo y patrones de comportamiento.

Las nuevas generaciones de niños (los mismos que deberán cuidar el planeta en un futuro) saben usar cualquier aplicación informática pero no diferencian los distintos contenedores de reciclaje. Pocos saben lo que es la economía circular a pesar de saber hacer balances perfectamente. Miles de conocimientos imprescindibles se quedan fuera del currículo educativo. Los libros de texto de los centros educativos no mencionan la creciente insostenibilidad del sistema económico y social actual, y ocultan el deterioro antropogénico del planeta. Estos libros de texto legitiman un modelo de vida que no respeta al planeta y que ayudan poco a fomentar actitudes y comportamientos que sí lo hagan.
El culposo y negativo mensaje, propio de las advertencias del cambio climático, suele ser contraproducente y coloca a las personas en un estado de negación, evitando pensar en ello y abstrayéndose del problema. Si se quiere movilizar a las personas y cambiarlas de un estado de apatía a un estado activo se necesita una mejor comprensión de la psicología social humana. Esto aplica también para los políticos, quienes poseen el poder de realizar cambios a gran escala.

 

Un relevamiento generado al respecto en EEUU indicaba que, en 2015, sólo el 6% de los encuestados creía que el ser humano puede y finalmente va a lograr revertir el cambio climático. O sea que la mayoría expresa poca esperanza de que se logren cambios reales.

Es importante hacer un cambio de paradigma en la forma de comunicar, para tomar conciencia de que el porvenir de la humanidad y la calidad de vida de las generaciones futuras dependen, en gran medida, de las opciones y alternativas que los seres humanos aporten durante su propia vida:

– Hay que desarrollar los instrumentos de análisis, reflexión y acción destinados a la comprensión, prevención y corrección de los daños sufridos por el ambiente. Ello debe incluir la búsqueda de acciones concretas o al menos, una profunda reflexión de las soluciones preventivas, curativas o alternas para los problemas ambientales.

– Que se pueda recapacitar sobre las responsabilidades que han de asumirse, individual y colectivamente, con el fin de que conjuntamente se puedan solucionar los problemas.

– Se debe adquirir un conocimiento básico sobre la manera de resolver los problemas ambientales.

– Que se comprenda que el hombre es inseparable de su medio ambiente, de manera que lo altere este último tendrá un efecto indirecto sobre el hombre mismo.

Por último, el modelo capitalista mundial también deberá ser revisto. La economía global está basada en la explotación, transformación, consumo y desecho de recursos naturales limitados. Son muchos los intereses económicos a los que no les conviene que la población media posea educación ambiental o económica.

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