25 noviembre, 2024

El cobre es uno de los pocos metales que puede encontrarse en la naturaleza en estado natural, sin combinar con otros elementos. Fue uno de los primeros en ser utilizado por el ser humano, se encontraron utensilios de cobre natural en torno al 7000 a.C. en la actual Turquía.

Los primeros crisoles para producir  cobre metálico a partir de carbonatos mediante reducciones con carbón, datan del V milenio a.C. Es el inicio de la llamada Edad de Cobre, apareciendo entre Los Valcanes  e Irán, incluyendo Egipto.

La búsqueda de cobre y metales preciosos por el Mediterráneo condujo a los cartagineses a explotar el gran yacimiento del Río Tinto. Tras las guerras púnicas los romanos se apoderaron de estas minas y las siguieron explotando hasta agotar todo el óxido de cobre.

En la Edad Media la resistencia a la corrosión del cobre permitió no sólo que haya sido utilizado como decorativo sino también como funcional desde la Edad Media hasta nuestros días ( campanas, puertas y estatuas, hachas, cascos, luminarias, candelabros, braseros, etc).

En el Barroco durante los siglos XVII y XVIII, el cobre y sus aleaciones adquirieron gran importancia en la construcción de obras monumentales.

Durante 1831 y 1832, Michael Faraday descubrió que un conductor eléctrico moviéndose perpendicularmente a un campo magnético generaba una gran diferencia de potencia. Aprovechando esto construyó el primer generador eléctrico, empleando un disco de cobre que giraba entre los extremos de un imán con forma de herradura, induciendo una corriente eléctrica.

El cobre es un elemento químico, de símbolo Cu con número atómico 29, es un metal de transición no ferroso. Su utilidad se debe a la combinación de sus propiedades químicas, físicas y mecánicas, así como eléctricas y su abundancia, se obtiene de sulfuros minerales, es el primer elemento del subgrupo Ib de la tabla periódica. El peso atómico de éste es 63.546, tiene dos isótopos naturales estables, se caracteriza por su baja actividad química.

Un metal relativamente pesado, el cobre sólido puro, tiene una densidad de 8,96 g/cm3 a 20ºC, mientras que el de tipo comercial varía con el método de manufactura. No es magnético o más precisamente es un poco paramagnético. Su conductibilidad térmica y eléctrica son muy altas, es moderadamente duro y resistente al desgaste.

El cobre es una sustancia que puede estar tanto en el aire y en el agua a través de fenómenos naturales por lo tanto la exposición a éste en un largo período puede irritar la nariz, la boca, los ojos y causar dolor de cabeza y de estómago, mareos, vómitos y diarreas. Una ingesta grande de esta sustancia puede causar daño al hígado, riñones e incluso la muerte.

Por la creciente producción a nivel mundial, el cobre termina depositado en las orillas de los ríos contaminándolos por el vertido de las aguas residuales. Puede ser liberado en el medio ambiente tanto por acciones humanas (minería, producción del metal, producción de fertilizantes), como por procesos naturales (tormentas de polvo, descomposición de la vegetación, incendios  forestales).

El organismo necesita minerales para realizar diversas funciones vitales, el cobre es un micromineral en el cuerpo humano, ayuda a transportar el hierro, interviene en la formación de hemoglobina, glóbulos rojos y diversas enzimas. Participa en degradación de hidratos de carbono, lípidos y proteínas. Interviene en la asimilación de vitamina C por parte del cuerpo. Colabora en el mantenimiento de la estructura ósea y participa en la integridad del sistema nervioso central. Podemos obtenerlo de legumbres, alimentos integrales y cereales, frutos secos, mariscos, ciruelas y pasas, hígado y vísceras. Si el organismo tiene falta de cobre se puede dar distinas patologías como anemia, osteoporosis, despigmentación, cabello canoso, pérdida de minerales, alteración o degeneración del sistema nervioso central.

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