El monto del pago mínimo no es fijo como las cuotas de un préstamo personal. Eso tiene implicancias desfavorables a la hora de planificar las finanzas de manera ordenada, ya que la amplia mayoría de las personas prefieren realizar cuotas iguales todos los meses.
Si bien cada entidad tiene su propia forma de cálculo, el pago mínimo representa alrededor del 5% del saldo de deuda y la totalidad de todos los gastos no financiables, como los costos administrativos o cuotas anuales, intereses, cargos por mora, comisiones, impuestos, adelantos en efectivo y las cuotas de las compras.
El monto mínimo a pagar, entonces, está compuesto en mayor parte por intereses, comisiones e impuestos y no por pagos que reduzcan el capital inicial que se está financiando. Abonando el pago mínimo cada 30 días, la deuda original no se reducirá. Además, esta forma de financiamiento, es mucho más costosa que los préstamos personales por lo cual supone en muchos casos intereses sobre el saldo de deudas superiores al 60% y 70% anual. Se paga el mínimo pero la deuda no reduce.
Esto sucede porque los bancos definen los pagos mínimos para cubrir los intereses y no la deuda en cuestión. Por ejemplo, sobre una deuda inicial de $50.000 en la que se efectúa el pago mínimo mensual, hay que adicionar el monto correspondiente a los intereses sobre el saldo adeudado. Al cabo de 6 meses, se habrá abonado $14.257 en concepto de pago mínimo, pero la deuda sólo habrá disminuido $4.822.
Eso sin contar que al continuar usando la tarjeta para consumos habituales, se comienza a desordenar la vida financiera, corriendo riesgos de morosidad que complicarían el futuro al quedar atrasos registrados.