La Unión Europea es una asociación económica y política, que nace con el objetivo de propiciar la integración y gobierno común de sus Estados miembros. Se constituye en 1958 como la Comunidad Económica Europea, conformada por Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Holanda. El objetivo principal era mejorar la cooperación económica entre ellos. Se crea entonces, un mercado único y en noviembre de 1993, mediante el Tratado de la Unión Europea, la CEE dio paso a la Unión Europea, conformada en la actualidad por 28 países:
Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Chipre, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumanía y Suecia.
La Unión Europea eliminó los controles fronterizos entre sus países miembros, lo que implica libre circulación de mercaderías, servicios, personas y capitales. Está basada en el Estado de Derecho, con lo cual, todas sus actividades se fundamentan en tratados acordados voluntaria y democráticamente por todos los países que la constituyen.
Turquía, como otros países han logrado, quiere ser parte del bloque. Entrar en la UE tiene beneficios, está claro. La contracara, es adaptarse a los requerimientos necesarios y poder cumplir con los requisitos exigidos para ingresar y luego permanecer. A su vez, para Europa, incorporar un nuevo país, debe resultar atractivo y conveniente, analizando cuidadosamente, en paralelo, los riesgos o desventajas que también le supone. En 1963, la CEE y Turquía dieron los primeros pasos de acercamiento en dirección a una posible adhesión. Desde aquel septiembre, 54 anos después, el tema sigue sin definirse. En el mientras tanto, nada menos que dieciséis países se sumaron a la UE, en cambio Turquía, sigue esperando. Las desconfianzas, las dudas, los prejuicios y por qué no decirlo, algunos comportamientos de Turquía, alimentan el resquemor a abrirle la puerta al bloque comunitario.
Como muchas cosas en la vida, creo que ha llegado el momento de expedirse. A este coqueteo largo le está llegando al momento de definición: o hay matrimonio, o hay ruptura. A veces el prolongar la decisión final, ayuda a una aparente calma y a la mutua convivencia, porque hay intereses en común, pero la vida no puede transcurrir en un eterno NI. O al menos, no en determinados casos y los hechos y dichos parecen estar indicando que se está llegando a un momento decisivo, que veremos cómo desenlaza. Pareciera que entre las teorías a favor y en contra, prevalecerán las que no ven conveniente la consumación de esta boda. Europa es una persona adulta, estructurada, con estilo propio muy definido y no está dispuesta a romper con cánones tan marcados como le pretende imponer Turquía. Se vislumbran diferencias difíciles de allanar por ambas partes. Turquía tiene modos autoritarios que no puede corregir, pareciera que aunque ha dado pasitos de buenos modales, luego vuelve sobre su esencia, como el escorpión.
El problema geográfico que se puede plantear respecto a la ubicación de Turquía por tener solo una pequeña parte de su territorio ubicado en Europa, por una enorme cantidad de hechos históricos y cotidianos puede compensarse y subsanarse; se ha visto que su mirada, acciones y orientación de cara a Europa ha sido característica. Por otra parte, respecto a las ventajas que aporta, no es indiferente el hecho que la señala como el nexo con los difíciles momentos históricos de algunos de sus vecinos limítrofes (Irak, Irán, Siria).
Como sabemos, uno de los grandes impedimentos para la aceptación de Turquía por parte de Europa, está dado porque sigue siendo considerado un país musulmán con algunos radicalismos extremos, culturalmente hablando, lo cual supone grandes diferencias y prejuicios con la cultura cristiana europea. Estos últimos, le temen a la convivencia y al entendimiento. De hecho, por estos días, hay chisporrotazos en las relaciones. A veces, el interés y la conveniencia (mutua) no son suficientes para sostener y avanzar en las relaciones. Merkel se está cansando de disimular sus disgustos y Turquía no se muestra dispuesta a mejorar sus modos autoritarios y por qué no, en circunstancias antidemocráticas, como en la cuestión de Chipre, por citar el hecho más antiguo sin resolver. La Unión Europea está empezando a subir su tono al hablar de su pretendiente y éste no parece mostrar síntomas de humildad y sumisión, sino por el contrario, pretendiendo prevalecer sus potenciales aportes a la relación. Turquía puede verse como el vigilante o el gendarme que vigila y controla la inmigración hacia Europa, constituirse como un aliado en la lucha contra el yihadismo, intermediario en las dificultades que atraviesa Siria, con lo cual hace dudar a Europa en seguir soportando malestares que cada vez se muestran más en las expresiones de los rostros de sus representantes y se deslizan en frases que se transforman en titulares. Es probable que se esté llegando al momento de terminar con las apariencias, de tomar decisiones, de asumir el re planteo de un escenario claro y definido con nuevas reglas de juego y terminar con una fachada que benefician a ambas partes pero que no lleva a ninguna parte.
Bibliografía:
https://europa.eu/european-union/index_es