3 mayo, 2024

El glifosato (N-fosfonometilglicina, C3H8NO5P) es un herbicida de amplio espectro, desarrollado para eliminación de hierbas y de arbustos, en especial los perennes. Es absorbido por las hojas y no por las raíces. Se puede aplicar a las hojas, inyectarse a troncos y tallos, o pulverizarse a tocones como herbicida forestal.

El glifosato mata las plantas interfiriendo con la síntesis de los aminoácidos fenilalanina, tirosina y triptófano. Lo hace inhibiendo la enzima 5-enolpiruvilshikimato-3-fosfato sintasa. Aunque el crecimiento se detiene a las pocas horas de la aplicación, las hojas tardan días en volverse amarillas.

El glifosato es el principio activo del herbicida Roundup (nombre comercial producido por Monsanto). Monsanto patentó en algunos países la soja transgénica resistente a glifosato, conocida como soja RR (Roundup Ready) o soja 40-3-2, tecnología que permite la aplicación del herbicida en cobertura total sin afectar el cultivo. Existen actualmente en el mercado cultivares de varias especies resistentes al glifosato, como maíz, algodón, canola, etc. El uso del herbicida es objeto de controversia desde el punto de vista toxicológico y ambiental.

El glifosato actúa inhibiendo la 5-enolpiruvil-shiquimato-3-fosfato sintetasa, enzima responsable de la formación de los aminoácidos aromáticos fenilalanina, tirosina y triptófano.

La OMS aseguró que el glifosato, entre otros, podría originar cáncer del sistema inmunológico. Se reaviva el debate. La Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A grandes rasgos, la fumigación con avión, la aspersión con maquinaria agrícola y la derivada de los vientos exponen a la población de esos lugares al contacto directo o indirecto. Los agroquímicos penetran en el suelo pudiendo contaminar napas de agua, lagunas subterráneas contaminándolas; y la persona puede tomar esa agua. Muchos de ellos son productos órgano fosforados capaces de producir efectos neurotóxicos con inhibición momentánea o permanente de la acetilcolinesterasa –una enzima que hidroliza a la acetilcolina, un neurotransmisor en muchas sinapsis, especialmente en las placas neuromotoras–, impactando en el normal movimiento del cuerpo; y en otros procesos del sistema nervioso central. O bien a nivel genético, en el propio ADN y en las células reproductivas. Es decir, que afectaría no solamente al individuo sino también a su descendencia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), máximo espacio internacional en materia sanitaria, acaba de alertar sobre la vinculación del herbicida glifosato (el más utilizado en el mundo) y el cáncer. Confirmó que existen pruebas de que el herbicida puede producir cáncer en humanos y en animales de laboratorio. «También causó daño del ADN y en los cromosomas en las células humanas», alerta el trabajo científico, y detalla que se detectó glifosato en agua, alimentos, y en sangre y orina de humanos. El glifosato que se utiliza de manera masiva en soja y maíz transgénicos (entre otros cultivos), desde hace más de diez años es denunciado por organizaciones sociales, campesinas, médicos y científicos independientes de las empresas.

En la Argentina se aplica glifosato en más de 28 millones de hectáreas, volcando a los suelos más de 300 millones de litros de glifosato cada año. Los campos de soja transgénica, maíz y algodón son rociados con el herbicida para que nada crezca, salvo los transgénicos. También está permitido su uso en cítricos, frutales de pepita (manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pasturas, pinos y trigo. A partir del avance transgénico, aumentó geométricamente el uso del glifosato, desarrollado y comercializado inicialmente por Monsanto desde la década del 70, aunque en el 2000 se venció la licencia y en la actualidad lo producen un centenar de empresas.

Actualmente se utiliza en más de 750 productos diferentes para aplicaciones agrícolas, forestales, urbanos y en el hogar. Su uso se ha incrementado notablemente con el desarrollo de variedades de cultivos transgénicos y precisa que el agroquímico «ha sido detectado en el aire durante la pulverización, en agua y en los alimentos». Y reconoce que la población «está expuesta principalmente a través de la residencia cerca de las zonas fumigadas».

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, unas 10 personas mueren al año por el uso de plaguicidas y 20 quedan intoxicadas de forma aguda por su utilización en la agricultura y la ganadería.

A corto plazo : dolor de cabeza, transpiración, salivación, mareos, náuseas. Los tratamientos cesan con tratamiento médico o retirando a la persona de la exposición a la toxicidad.

Mediano plazo: Daños hepáticos y renales.

A largo plazo: Intoxicaciones crónicas. No se presentan síntomas hasta que se llevan varios años de exposición.

Las vías de ingreso del toxico al organismo son por vía respiratoria, dérmica, digestiva, ojos y parenteral . Los trabajadores que utilizan estos tipos de pesticidas deben estar preparados para la exposición con su indicada ropa de seguridad y elementos de protección personal (EPP).  No existen agroquímicos seguros pero si formas seguras de utilizarlos.

La principal fuente de contaminación del ambiente por el uso de plaguicidas es el residuo que resulta de su aplicación. Aunque su aplicación se restrinja  a zonas determinadas, su dispersión es universal.

El factor más importante que influye sobre la persistencia de un compuesto, es la naturaleza química del mismo. Estas propiedades son: solubilidad en agua, volatilidad, estabilidad química y biológica.

En algunos países se está dando a conocer la prohibición del uso del glifosato, en otros con usos muy restringidos. Esperamos se considere también en nuestro país y así priorizar la salud y el ambiente.

 

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