8 noviembre, 2024

La esclavitud se remonta a la Edad Antigua, aunque no de forma equivalente en todas las civilizaciones. Parece que su origen histórico proviene de la práctica de aprovechar como mano de obra a los cautivos en las guerras, como alternativa a otra posibilidad también usual: sacrificarlos. También fue la suerte de algunos pueblos conquistados. Otra vía para llegar a la condición de esclavo era la esclavitud por deudas o apremio individual. El florecimiento cultural de la Atenas de Pericles o de la Roma clásica estaba fundamentado en una economía basada en la fuerza de trabajo esclava. Aristóteles sostuvo que la esclavitud es un fenómeno natural. Con la transición del esclavismo al feudalismo, a partir de la crisis del siglo III, la mayor parte de la fuerza de trabajo ya no era esclava. No obstante, la esclavitud no desapareció, y se mantuvo como una condición social más o menos marginal, según las zonas, durante toda la Edad Media y toda la Edad Moderna, renovándose su utilización masiva durante la colonización de América. El movimiento antiesclavista se desarrolló a partir de finales del siglo XVIII, culminando con la abolición de la esclavitud en la mayor parte de los países del mundo, no sin fuertes resistencias.
Actualmente la esclavitud no desapareció, solo se transformo. En condiciones propias del siglo XIX, así trabajaba una decena de ciudadanos peruanos, uno de ellos discapacitado, en uno de los miles de talleres clandestinos de Villa Celina, provincia de Buenos Aires. Captados en su país de origen con promesas de progreso y buenos salarios, los costureros llegaron al país con pasajes pagos por su empleador, que luego se los descontaba de su sueldo en negro. Con sus pasaportes retenidos por los patrones, jornadas de más de 10 horas, hacinados en el mismo lugar de trabajo, sin llaves de la propiedad y sueldos de 3500 pesos por mes.

Esto fue lo que consideró la Cámara Federal de Casación, que condenó a cinco años de prisión a Rina Ruiz Cerrón, titular del taller clandestino, por haber facilitado la entrada y permanencia en el país de una decena de trabajadores para su explotación laboral. El fallo lo dictó la Sala IV de la Cámara al revocar la absolución que un tribunal oral federal de San Martín había dispuesto a favor de Ruiz Cerrón. El tribunal integrado por los camaristas Gustavo Hornos, Mariano Borinsky y Juan Carlos Gemignani consideró los argumentos de la defensa en base a testimonios de las víctimas que indicaban que todos integraban “una gran familia”, pero destacó que al absolver a la tallerista no se tuvo en cuenta la situación de “vulnerabilidad” de los peruanos que, por su “precariedad económica”, se sometieron a un “trabajo esclavo”.

Además de lo impactante de la noticia no deja de impresionar que en pleno siglo XXI todavía exista en el mundo la esclavitud. Aunque parezca un caso de ropa de segunda mano asombra que en estos talleres donde se tiene a personas en la más grave precariedad en Argentina, se abastece no solo a La Salada sino también a grandes marcas. En este caso en particular tampoco se tiene en cuenta la situación de estas personas, ya que luego de ser liberadas de esos talleres solo se les ofreció pasajes para que vuelvan a su país de origen, de donde se fueron justamente por falta de trabajo. Detrás de esto se encuentran mayormente grandes marcas que contratan a los talleres clandestinos para abaratar costos. Estas personas viven y trabajan en cuartos pequeños, junto a sus maquinas con cables sueltos y un solo baño. Traen a los trabajadores de países limítrofes a base de engaños. Estas situaciones donde un individuo esta bajo el dominio de otro habla de la falta de moral de las personas que contratan a estos trabajadores, quitándoles su libertad. Aunque el concepto de esclavitud nos resulte algo antiguo, esta gente la hizo cobrar otro sentido, convirtiéndose en una industria donde se explota a los individuos como mano de obra. Se debe llamar la atención a las personas, a las empresas, al gobierno y a la justicia para que brinden su apoyo y se pongan en contra de la esclavitud moderna en cualquiera de sus formas.

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