7 mayo, 2024

En el siguiente artículo se puede observar como el humano, atenta constantemente al medio ambiente, principalmente se enfoca a la fauna.

Cuanto más grande es un animal, más probabilidad tiene de que sea cazado, pescado o capturado por los humanos. De hecho, un análisis de más de 27 mil especies de vertebrados muestra que aquellas con mayor masa corporal pueden tener hasta un mil por ciento más posibilidades de estar en peligro de extinción. El estudio, sin embargo, desvela que las más pequeñas tampoco se libran, pero, en su caso, la principal amenaza es el deterioro de su hábitat. De seguir así­, los ecosistemas del futuro podrían estar dominados por la clase media de los animales. Cientí­ficos de varias universidades han revisado la situación de 27.647 especies de vertebrados de las más de 44 mil que tiene catalogadas la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. El 17% de ellas se encuentran actualmente amenazadas. Aunque esta amenaza no se reparte por igual entre todas: encontraron que existe una relación entre la masa corporal de una especie y su situación en el catálogo de la UICN. Además, según se trate de una especie grande o pequeña, el tipo de amenaza es diferente. «Para las especies grandes, la captura por parte de los humanos es lo que más determina el riesgo de extinción», explicó el ecólogo de la Universidad Estatal de Oregón y principal autor del estudio, William Ripple. Esta captura tiene mil caras: la pesca tanto legal como ilegal, la caza de subsistencia, la de trofeos, la falsamente medicinal o el simple exterminio de un rival por los recursos.

El mundo está habitado por seres vivos, humanos y no humanos, por ello, tenemos que cuidarnos mutuamente, recientemente a esta disciplina se le ha empezado a conocer como Ética Ambiental con sus inicios en el mundo anglosajón poco a poco se ha ido incluyendo en países hispanos, ya que, esta contempla la manera justa para poder vivir generaciones presentes y futuras de humanos y no humanos.

Nacimos en un mundo en el que lastimosamente ni los gobiernos, ni sus habitantes cuidamos a nuestro hábitat, dando por sentado que alguien más lo hará por nosotros después; en donde cada uno vela por sus intereses económicos, más no ambientales.

Quienes defienden a esta nueva ética toman en cuenta que ella puede responder a la necesidad de concebir a la naturaleza como algo más que un medio para los fines del ser humano. Es así como el humano tiene que tomar conciencia de que de una u otra forma si exterminamos a cualquier ser en el planeta nos afectará tarde o temprano.

En este artículo podemos darnos cuenta del daño que hacemos al no tener una educación ambiental responsable, las pruebas cientí­ficas nos advierten que la eliminación de animales de gran tamaño como los marinos, por ejemplo, situados en la parte superior de la cadena alimentaria, perturbará a toda la ecologí­a del océano en los próximos millones de años.

Al ser de mayor tamaño suelen tener menor población, se reproducen a menor ritmo y tienen más largo tiempo de gestación por lo tanto eliminarnos es más fácil, a diferencia de los animales de menor tamaño; por ello tienen que recorrer mayor cantidad de territorio, también se toma en cuenta la gran destrucción de su hábitat o la pesca indiscriminada a su paso.

La crisis ecológica no es sólo un problema social, sino que exige un tratamiento filosófico, especí­ficamente el moral, es decir, la filosofí­a ha de estar como base en las políticas ambientales tanto en sostenibilidad, informativas y comprometidas que reconozcan las dimensiones morales de las relaciones que establecemos con la naturaleza.

El derecho a la vida es comúnmente entendido como no la no inferencia frente a agentes morales, es decir, el derecho a no ser matado en contra de mi voluntad por agentes morales, como es el caso de la caza o pesca indiscriminada. Se entiende que si se corre el riesgo de perder la vida se puede dar un asesinato involuntario, más no cuando uno este determinado a hacerlo.

Los requisitos que cumple un ético ambientalista hay que creer en que algunas entidades tienen valor inherente, que es básicamente incluir a colectivos como especies, ecosistemas y comunidad biótica en general, aún si estos seres no son conscientes.

Aristóteles decí­a que las virtudes como las disposiciones a actuar se podí­an encauzar o fomentar. Las virtudes como la solidaridad, el respeto, la compasión, la justicia se deben enseñar a futuras generaciones para que con la ética de siempre podamos incluir a la naturaleza, haciendo como objetivo de esta sociedad con exigencias éticas sea la ordenación justa y la plena consciencia por parte de los individuos de sus obligaciones y actitudes de sus virtudes o disposiciones como ciudadanos.

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