25 noviembre, 2024

La contaminación del suelo es la alteración de la superficie terrestre con sustancias químicas que resultan perjudiciales para la vida en distinta medida, poniendo en peligro los ecosistemas y también nuestra salud.

Esta alteración de la calidad de la tierra se debe a diferentes causas, y del mismo modo sus consecuencias afectan gravemente a la flora, fauna o a la salud humana a lo largo del tiempo.

Lo hacen, por ejemplo, a través de la agricultura o afectando al equilibrio del ecosistema, alterando el agua potable o el agua de riego, ya sea por entrar en contacto con estos lugares o por el simple hecho de que proceda de ellos. Lamentablemente, no siempre puede solucionarse el problema, y en ocasiones sólo se recupera parcialmente.

 

Causas de la contaminación

La contaminación del agua no siempre es directa. Es lo que ocurre cuando se entierran sustancias tóxicas bajo el suelo y éstas acaba contaminando aguas subterráneas que luego se utilizan para regar, para beber o acaban intoxicándonos a través de la cadena alimentaria o trófica, al comer pescado, aves o cualquier otro animal contaminado

El almacenamiento incorrecto de residuos, la acumulación de basuras en su superficie o el enterramiento de los mismos, así como fugas en tanques superficiales o subterráneos por averías o infraestructuras deficientes son algunas de sus principales causas.

 

 

Las consecuencias

La pérdida de calidad del terreno provoca una serie de consecuencias negativas que van desde su desvalorización hasta la imposibilidad de uso para construir, cultivar o, simple y llanamente, para albergar un ecosistema sano.

Las consecuencias pueden sufrirse de forma silenciosa, provocando un constante goteo de víctimas, ya sean humanas o de especies animales y vegetales. En este segundo caso, se trata de una contaminación rápida que causa auténticas catástrofes ambientales y muchas víctimas.

 

Las soluciones

La prevención es la mejor solución, pero no siempre se puede evitar este tipo de contaminación. En ocasiones se producen accidentes o lo ocasiona la lluvia ácida, con lo que es difícilmente controlable.

En las raíces del problema, sería necesario un drástico cambio del modelo productivo o una prohibición de algunas actividades como la extracción minera, la actividad industrial que produce desechos tóxicos o, por ejemplo, el uso de fertilizantes y abonos artificiales.

Ya que la contaminación ha aumentado en las últimas décadas a consecuencia de la industrialización y del desarrollo urbano, las soluciones provienen del control de estos focos. Por eso es importante centrar la atención en mejorar las plantas de reciclaje para reducir la contaminación del suelo y, al mismo tiempo, del agua, pues aquella acaba alterándola.

Como buenas prácticas, un adecuado reciclaje de basuras y depuración de desechos, la promoción de las energías renovables y desechos a nivel industrial y doméstico o el fomento de la agricultura ecológica ayudarían a mantener los suelos libres de contaminación. Mantener las redes de alcantarillado en buen estado y mejorar la depuración de las aguas residuales, así como el tratamiento de los vertidos industriales que se devuelven a la naturaleza.

 

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