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Contaminación acústica

La contaminación acústica se mide en decibelios utilizando un aparato llamado sonómetro. Sin embargo, para el ruido que nos interesa que es aquel al que es sensible el oído humano se utiliza el dB que es el decibelio ponderado bajo una escala para que sea más sencillo identificar si el sonido es contaminación acústica o no.

El ruido puede ser emitido desde un foco puntual (televisor), un foco espacial (un bar) o un foco lineal (un coche en circulación).

El ruido va disminuyendo conforme la distancia con respecto al foco se va incrementando. Son muchas las fuentes de ruido, pero sin embargo en el fondo acústico destacan algunos elementos que por su distribución y abundancia (el tráfico rodado es el causante del 99 % del ruido urbano) crispan particularmente las fatigadas neuronas de los sufridos e indefensos ciudadanos que conviven cotidianamente con la avalancha sonora.

 

Algunos de estos elementos son los siguientes:

La exposición prolongada a la contaminación acústica se asocia con la pérdida de sueño, presión sanguínea elevada, dolor de cabeza, problemas digestivos y cardiovasculares, insomnio, estrés, irritabilidad, bajo rendimiento, pérdida de años de vida así como de audición.

Esta situación es el segundo problema ambiental, después de la contaminación, que repercute en la población a nivel emocional y de salubridad.

¿Cómo evitar la contaminación acústica o ruido?