23 diciembre, 2024

La contaminación acústica es uno de los agentes contaminantes característicos de los centros urbanos. Se considera contaminación acústica a la presencia en el ambiente de ruidos o vibraciones, cualquiera que sea el emisor acústico que lo origine, que supere los límites máximos permisibles (LMP). La diferencia entre el ruido y otros contaminantes es que no deja huellas en el ambiente, contamina en el momento en que se produce la emisión acústica.
Se considera a Corrientes y 9 de Julio la esquina más ruidosa de la ciudad de Buenos Aires, durante el día se registran hasta 76,18 decibeles, mientras que el máximo permitido es de 70; de noche, el pico se alcanza en Rivadavia y Callao, que con 69,67 DB es la esquina más ruidosa después de las 22.
Esto tiene como consecuencia, una vasta lista de consecuencias fisiológicas asociadas a la exposición a ruidos molestos. Entre ellas, cambios en la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, alteración en los niveles de secreción endócrina y gastritis durante el día y alteraciones del ciclo del sueño por la noche.
También la contaminación sonora favorece la aparición de comportamientos agresivos y que incluso afecta el rendimiento escolar de los alumnos que asisten a clases en zonas ruidosas. Asimismo, las ciudades ruidosas presentan mayor índice de admisión de pacientes a hospitales psiquiátricos.
La empresa estadounidense Citiquiet confecciono un listado con las diez ciudades más ruidosas del mundo en el que, Buenos Aires tiene el dudoso honor de ser la única presencia latinoamericana: ocupa la octava posición, detrás de Bombay, Calcuta, El Cairo, Delhi, Tokio, Madrid y Nueva York. Con sólo tres millones de habitantes, la capital argentina supera en ruido a Shanghái, que tiene 24 millones.

 

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