La evolución de los salarios está determinada por los precios de los bienes de consumo y en la productividad del trabajo, por la situación en el mercado de trabajo, por la intervención de los sindicatos y su posición de negociación de paritarias y el Estado. En una economía, el salario real esta deflectado por las variaciones en el índice de precios de una canasta promedio y su objetivo es reflejar los gastos de consumo de la población. Los incrementos de precios no afectan a todos de la misma manera, ya que la variación del salario real también es diferente para cada nivel de ingreso, por lo que cada uno está afectado de una forma diferente por la inflación.
Tiene mayor peso en su canasta de consumo los productos que satisfacen las necesidades primarias tales como la alimentación, la vivienda, el transporte y la enseñanza.
Cuando hay inflación significa que el valor de la moneda es inferior, al haber más circulante hace que suban los precios de los bienes de consumo y produce un desequilibrio entre la demanda y la oferta y un incremento en los costos de producción (Materia prima y mano de obra). Cuando esto sucede, tienen que subir los salarios también para lograr un equilibrio y mantener el poder adquisitivo y que de esta forma, no se produzca un tipo de inflación negativa, que sería que con el mismo salario se puedan adquirir menos cosas.
Para mantener un equilibrio en los salarios con relación a los precios, los trabajadores, mediante los sindicatos y sus representantes, realizan petitorios (paritarias) ante los titulares de las empresas y realizan convenios en los cuales se fijan los incrementos salariales necesarios para hacer frente a la inflación. Por ejemplo, los trabajadores de la construcción cerraron paritarias: con un 21% de aumento, mientras que el gremio docente no logró un acuerdo.
Cuando se ajustan los salarios al aumento real, las personas mantienen su poder adquisitivo porque sus ingresos rinden igual que antes, que sería un tipo de inflación positiva, ya que al ser estable no hace un cambio en la economía.
La inflación puede tomar la dinámica propia y revertir la medida que la originó inicialmente, es decir, con la devaluación (disminución del valor de la moneda).
De esta forma, la moneda local se apreciaría, haciéndose necesaria una nueva devaluación, lo que volvería a estimular la variación de precios. La deflación es la caída generalizada del nivel de precios. Esto ocurre para compensar un exceso de oferta de bienes o una insuficiencia en la cantidad de dinero para comprar esos bienes.
Las metas del gobierno para controlar la inflación son:
Para este año apuntan a una inflación que no supere el 25%; Se tardará cuatro años para pasar de una inflación moderada a una baja. Su plan es que luego el índice se reduzca progresivamente hasta el 5% en el año 2019.
La inflación oficial de los primeros seis meses del año ya se ubicó por encima de la mitad del 17% que prevé la meta. Esto quiere decir que los próximos ocho meses debería registrarse una inflación promedio menos a 1% mensual. Los incrementos salariales quedaron entre un 3% y 4% por debajo de la inflación.
El mes pasado la inflación cerró en 1,5% ya acercándose a las expectativas del gobierno.
Plantean que hay que hacer uso de las políticas monetaria y cambiaria, por ejemplo, para alentar la economía y contrarrestar impactos negativos que puedan llegar desde el exterior.
Mi opinión acerca del tema, es que tiene que haber un equilibrio para reducir el proceso inflacionario.