7 septiembre, 2024

Siempre estuvo en mí,  las ganas de ser mamá, pero por tener una estabilidad económica, una pareja estable, hicieron que pasen los años; y si bien era importante cumplir con ese sueño, sin darme cuenta había quedado postergado. Cubriendo ese vacío con trabajo, viajes,  amigos… seguían pasando los años, con ya 37 años  le planteé a mi pareja el deseo de  ser mamá. Al año comencé con las averiguaciones y ahí empezó un largo camino.

La primera consulta la hice con un ginecólogo particular,  me mandó a realizar análisis de rutina y llegaría el momento del primer tratamiento. Con un poco de medicación, ecografías previas se realizó  la inseminación. Todo era dinero  y más dinero. Había que esperar 15 días, para realizar el análisis de sangre, un  tiempo  eterno pero a veces se acorta con la maldita menstruación que sin laboratorio de por medio te informa que el tratamiento fue fallido.  Comenzas a hacerte miles de preguntas. Ahí te das cuenta que el tema de la maternidad es mucho más compleja;  es entonces que comencé a investigar y me entreviste con un especialista en Fertilidad. El mismo me manda a realizar nuevos estudios, la ecografía muestra que hay miomas de gran tamaño, sin dar importancia el médico decide realizar otra inseminación. Por ese entonces existía una ley de fertilidad en la provincia de Buenos Aires y sólo los residentes podían tener beneficio de ésta; por lo tanto otra vez había que afrontar los gastos. Fijada la fecha para un nuevo tratamiento se renuevan mis esperanzas,  pero de nuevo la negativa llega a mi vida. Lo peor de esto es el tiempo, y  ahora haríamos un tratamiento  de alta complejidad, este me aseguraba más posibilidades, ya que colocaban en mi útero un óvulo fecundado.

Esos años los viví entre visitas místicas, viajes a la virgen del cerro, reiki, obtener la bendición del Padre Ignacio y talleres donde tratan el mismo problema, y en los cuales te das cuenta cuántas familias padecen lo mismo, 6 de cada 10 mujeres consultan por problema de fertilidad en la Argentina.

El paso del tiempo hace que una se ponga obsesiva, me entrevistaba con todo especialista que podía, me realizaba estudios más específicos como hormona antimulleriana, ésta, con mal pronóstico. Sentimientos encontrados, donde hay que aceptar lo que nos pasa, y esa falla ovárica te lleva como única alternativa a la ovodonación. Te volvés a re-plantear el sueño de ser mamá, ese sueño es más que la genética.

Tratamiento, ahora con óvulos donados, esperar la donante,  y fue así pasar por nuevas experiencias, cuántos óvulos había donado? Cúantos fertilizados? Y cuánto llegarían a término para ser transferidos. Entre lágrimas e incertidumbres, llegó el momento… me colocan dos embriones.  Llegó el día del análisis, que felicidad!, recibir los resultados y ver que unos números daban un positivo, googlear y ver que el valor era muy bajo y confirmar que había poca posibilidad que ese embarazo prosperara. Otra vez los llantos, la decepción, y juntar fuerzas para volver a empezar.

El diagnóstico era infertilidad sin causa aparente, eso me decía que debía seguir con mi lucha.

Económicamente se me hacía muy difícil  afrontar otro tratamiento. Uno de los médicos que frecuenté me aconseja operarme los miomas  ya que era muy factible que eso esté impidiendo la posibilidad de quedar embarazada.

Corría el año 2013 y se sabía que estábamos más próximos a que la Cámara de Diputados convierta en Ley el proyecto nacional de fertilización asistida. Recuperada de la operación y con el proyecto ya convertido en Ley vuelvo a dar batalla. Los Institutos de fertilidad estaban abarrotados con turnos, y era imposible conseguir entrevista con un profesional; cuando llegabas a tenerlo, se excusaban diciendo que la Ley era nueva y que no sabían como manejarlo con las obras sociales. Realizamos otro tratamiento cubriendo nosotras los gastos y paralelamente comienzo con los trámites en la obra social, idas y vueltas, por un lado la lucha por ser madre y por otro la lucha contra la obra social Medifé, incansables llamados telefónicos, cartas, informes médicos, papeles y más papeles para que pasados unos meses te autoricen y cubran un 40 % del tratamiento. ¿40 % ? cuando la Ley dice 100 %, otra vez raclamar a la obra social, por los derechos que nos ampara la Ley. Corría el año 2015, y ya por entonces me consideraba una experta en fertilidad exigiéndoles a mis médicos que me hicieran nuevos estudios como el de trombofilia, los cuáles no me lo mandaban a realizar porque no tenía indicios de este trastorno, pues sí, dicho análisis dio positivo, un trastorno silencioso donde la sangre se espesa y hace que no se implante el embrión o en peores casos después de meses de gestación el feto no se alimente y muere dentro del vientre. Con esta nueva noticia y otras ecos que muestran unos nuevos miomas, se desmorona por completo mi sueño; y fue ahí que mi compañera de vida, se ofreció a ser ella la que llevaría la panza y convertir mi sueño en un sueño de dos. Con mi ardua experiencia y lucha con las obras sociales, soy yo la que realizó todos los trámites los primeros días de enero del 2016, el 20 del mismo mes está todo autorizado, los primeros días de febrero teníamos donante asignado y el 20 de febrero se hace la transferencia de dos blastocitos. Los primeros días de marzo tuvimos el positivo y el 28 de octubre de 2016 nació Charis Giovanna.

La Ley ha logrado cambiar la vida de muchas familias, la Ley 26.862 “Ley Nacional de Fertilización Asistida” y mi compañera de vida han hecho realidad mi sueño.

DERECHOS QUE OTORGA LA LEY

  • 100% Cobertura de tratamiento/medicación/terapia de apoyo.
  • No es necesario que ambos miembros tengan la misma obra social.
  • La cobertura es también para mujeres solas que quieran ser madres.
  • Ovodonacion cobertura tanto de la receptora como de la donante.
  • Cobertura Anual 4 de Baja Complejidad; 3 intentos de Alta Complejidad.

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