A partir de la Resolución General 2485/08 se impartía a las empresas argentinas dedicadas al comercio de compañías telefónicas, las operadoras de internet y de televisión por cable, las empresas de servicios básicos y de medicina prepaga a cumplir con los requisitos normativos de facturación electrónica. Esto supuso un cambio conceptual muy grande en las organizaciones ya que debieron adaptar sus sistemas creando interfaces de comunicación y transferencia de archivos las cuales deberían interactuar con los servidores de la AFIP, los cuales al recibir el conjunto de datos del contribuyente devolvería lo que hasta ahora le era asignado por univoca vez, el CAI (Código de autorización impresa), el mismo mediante este proceso sería reemplazado por el CAE (Código de autorización electrónica).
Esto que a simple vista parecía tan simple conlleva varias discrepancias a la hora de la implementación, lo que antes el usuario escribía en un talonario pre numerado, o en el mejor de los casos contaba con un sistema de facturación, el cual imprimía por defecto en un formulario de papel continuo esquematizado, de ahora en más con la implementación de la Factura Electrónica, debe contar obligatoriamente con un sistema de facturación apto para el uso de Factura Electrónica, además de una conexión a internet, la cual debe utilizar como medio de transporte de datos desde el sistema a la central de procesamiento de AFIP.
Esto anteriormente expuesto, también conlleva su complejidad, los sistemas de la AFIP disponen de un formato de datos especifico, el cual muchas veces no es compatible con el formato del sistema de facturación del contribuyente, por ejemplo; en el sistema de la AFIP admite dos decimales como estructura de precio, para el caso de una empresa que vende productos muy baratos a un precio unitario un producto que cuesta $0.0054 no podría ser facturado, estas complejidades, sumado a la presión de implementación ejercida por AFIP para los contribuyentes convergió en que los primeros casos de implementación no fueran exitosos.
Como todo proceso conlleva un ciclo de maduración, en el cual la AFIP recolecto los errores más frecuentes, y fue trabajando en las próximas versiones corrigiendo los mismos.
También cambio la percepción de los usuarios respecto a la Factura Electrónica, lo que a partir del uso de esta herramienta sonaba a gastos hoy se interpreta como una inversión y un aporte ecológico al problema del almacenamiento de comprobantes.
Actualmente son cada vez más los contribuyentes alcanzados por la factura electrónica, y la tendencia dice que en el próximo año ya no existirán comprobantes fuera de este circuito de facturación.
Según mi punto de vista, este proceso debe ser paulatino, a fin de asegurar que los contribuyentes cuenten con la madurez necesaria para implementar este cambio. La informalidad de algunos sectores económicos, hace de esta opción una utopía en el corto plazo, pero es importante destacar que estamos frente a un sistema que llego para quedarse.