MUNDIAL DE CLUBES JAPÓN 2015
Probablemente, la mejor experiencia de mi vida. Desde lo emocional y por lo vivido siempre contaré esta historia con alegría. Aún recuerdo cuando el 10 de diciembre de 2015 salí junto con mi hermano desde Ezeiza rumbo a Japón, . Tras un largo viaje que llevó más de un día, llegamos al país asiático. Era de noche y estábamos muy cansados, por lo que nos fuimos a dormir sin cenar y eso ayudó para levantarnos a la mañana siguiente y ya tener el sueño “acomodado”(¡vencimos al jet lag!). Llegamos a Tokyo
Cuando ya estábamos en Tokio, debíamos ir al hotel que teníamos reservado.
Enumero las siguientes acciones que ejercimos: llegamos al hotel New City, mostramos la reserva impresa, realizamos el check in, entramos a la habitación, nos bañamos, activamos el wifi para avisar a nuestros parientes que ya estábamos en Japón, y ya sin energías, nos quedamos dormidos. Al la mañana posterior, salimos del hotel sin desayunar para poder realizar el tour del Monte Takao. En Japón, los mejores transportes para movilizarse son los subtes y los trenes (¿qué envidia, no?)
Por si esto no era poco, al segundo día debíamos trasladarnos a la ciudad de Osaka, donde River iba a jugar su primer encuentro del Mundial de Clubes. Como íbamos solamente por dos días, llevamos dos mochilas y dejamos en la recepción del New City las valijas (luego volveríamos al mismo lugar). Luego de un desayuno americano (entre esta comida y Starbucks se dividieron todos nuestros desayunos), tomamos la camioneta que nos dejó en la estación Shinjuku de subtes, y allí nos dirigimos hacia la estación Tokyo, donde debíamos tomar el lujoso tren bala que, en tres horas, nos depositó en Osaka. Cerca del mediodía, llegamos a nuestro nuevo hotel, mostramos la reserva impresa, dejamos las mochilas, y nos dirigimos hacia… ¡Universal Osaka! Sí, como el parque de Estados Unidos, pero en Japón. Fue increíble. Nos divertimos demasiado y, de yapa, nos encontramos con amigos de River que también estaban en la misma situación. Ya llegada la noche, cenamos todos en Friday’s y luego regresamos para descansar.
Al día siguiente, fue el día del partido. Fuimos temprano al estadio a retirar nuestras entradas (¡qué organización! Un poco de envidia me dio…), y luego recorrimos la ciudad. Entre otros lugares, conocimos el Castillo de Osaka, como uno de los principales atractivos. Luego, fue momento de volver al Nagai Stadium, donde jamás olvidaremos el triunfo de River por 1 a 0 contra el Sanfrecce Hiroshima de Japón.
¡Cómo lo gritamos!
Ese cotejo fue un miércoles. El jueves ya estábamos de vuelta en Tokio, donde realizamos un nuevo check in en el mismo hotel New City, y nos devolvieron las valijas. Ese día solo recorrimos la zona nuevamente. El viernes, conocimos el Disney de Tokio. La pasamos tan bien como en el Universal, con el agregado que comimos pochoclos en un R2D2 (el robot de Star Wars) de juguete y viajó a Buenos Aires como suvenir. El sábado fue momento de conocer Akihabara, una zona repleta de locales y comercios de productos electrónicos, donde se podía encontrar hasta el más mínimo repuesto del más curioso artefacto electrónico. Televisores, parlantes, cámaras… un lujo. A la noche conocimos Roppongi, la parte donde más vida nocturna había. Fuimos con otros amigos y nos metimos en un boliche de música latina. ¡Pusimos la fiesta! Si hasta cantamos canciones de River y le pedimos algunos temas al DJ. Sí, estábamos en Japón. Era una hermosa locura.
El domingo fue el súmmum del viaje. Viajamos a la ciudad Yokohama en tren (a 45 minutos de Tokio) para presenciar en el Yokohama Stadium la gran final del Mundial de Clubes entre River y Barcelona. El resultado fue adverso y el equipo de Messi se llevó el triunfo, pero jamás olvidaré a los 20 mil hinchas del Millonario alentando todo el partido. Imágenes que quedarán en mi retina de por vida. Armamos una fiesta increíble. Inflo el pecho al escribir estas palabras. Algo tristes, volvimos rápidamente hacia la estación para que no cerrara y poder regresar a Tokio. Eran las 10 u 11 de la noche y cenamos en un local de comidas rápidas (no era Mc Donald’s aunque, obviamente, hemos comidos en el famoso lugar de la M). Ya los últimos días era cuestión de conocer más lugares de Tokio (es realmente grande) que aún teníamos pendientes. Entre ellos, la Tokyo Tower, uno de las torres más altas del mundo donde tuvimos una vista panorámica fantástica.
Finalmente, probamos comida japonesa en un restaurant. Ya ni me acuerdo qué era exactamente, pero tenía algo de arroz mezclado con salsas orientales. También probé una sopa que no me gustó. Pero ya había cumplido al comer con ‘palitos’. Nuestra última noche fue la de Navidad. Por medio de las redes sociales, varios hinchas nos auto convocamos en el Hard Rock de Roppongi para festejar allí. Por lo tanto, fuimos con mi hermano, cenamos, y allí seríamos unos 100 fanáticos de River (me animo a decir que éramos los últimos cien que quedaban en Japón de los 20 mil que habíamos viajado). Esa noche sirvió para brindar y conocer a algunas personas que hoy cruzo en el Club o en otros viajes y nos saludamos como grandes amigos. Llegó el momento de hacer el check out, decirle “thank you” y “Merry Christmas” al conserje, tomar la camioneta, un subte, el tren y estar nuevamente en el aeropuerto Narita. Al mediodía del 25 de diciembre (acá en Buenos Aires era la hora 0 y todos estaban brindando), emprendimos nuestro extenso viaje de regreso a Buenos Aires, con escala previa en Dallas. El día 26 ya estábamos nuevamente en casa. Se había terminado un viaje soñado que se había hecho realidad.