El hígado es un importante órgano que está presente tanto en el ser humano, como en todos los animales vertebrados. El hígado humano tiene un peso medio de 1500 gramos, está situado en la parte superior derecha del abdomen, debajo del diafragma, secreta la bilis esencial para la digestión de las grasas y cuenta con otras muchas funciones, entre ellas la síntesis de proteínas plasmáticas, función desintoxicante y almacenamiento de vitaminas y glucógeno. Es responsable de eliminar de la sangre diferentes sustancias que puedan resultar nocivas para el organismo entre ellas el alcohol, convirtiéndolas en inocuas. La ausencia de hígado o su falta de funcionamiento es incompatible con la vida.
El hígado se localiza en la región superior derecha del abdomen, por debajo del diafragma, ocupa el hipocondrio derecho y una parte del epigastrio. En condiciones normales no sobrepasa el límite del reborde costal. Llena el espacio de la cúpula diafragmática, donde puede alcanzar hasta la quinta costilla, y está próximo al corazón del cual se encuentra separado por el diafragma. Está recubierto por una cápsula fibrosa, la cápsula de Glisson, sobre la cual se aplica el peritoneo.
La sangre llega al hígado a través de la vena porta y la arteria hepática. El sistema porta constituye el 70-75 por ciento del flujo sanguíneo y contiene sangre poco oxigenada y rica en nutrientes proveniente del tracto gastrointestinal y del bazo. La sangre arterial llega a través de la arteria hepática, rama del tronco celíaco que contiene la sangre oxigenada. La sangre de ambas procedencias se mezcla en los sinusoides hepáticos y abandona el órgano a través de las venas hepáticas, también llamadas supra hepáticas, que finalmente drenan en la vena cava inferior.
Existen muchos tipos de enfermedades hepáticas:
Enfermedades causadas por virus, como la hepatitis A, la hepatitis B y la hepatitis C
Enfermedades causadas por drogas, venenos o toxinas o por ingerir demasiado alcohol. Los ejemplos incluyen enfermedad por hígado graso y cirrosis
Cáncer de hígado
Enfermedades hereditarias, como hemocromatosis y la enfermedad de Wilson
Los síntomas de la enfermedad hepática pueden variar, pero a menudo incluyen hinchazón del abdomen y las piernas, tener moretones con facilidad, cambios en el color de las heces y la orina, y piel y ojos amarillentos o ictericia. A veces no hay síntomas. Las pruebas de imagen o de función hepática pueden comprobar si hay daño en el hígado o ayudar a diagnosticar enfermedades del hígado.
Síntomas de la inflamación del hígado:
Dolor muscular.
Náuseas, con vómitos o mareos en ocasiones.
Dolor intenso.
Distensión abdominal.
Sensación de pesadez, situada en el abdomen del costado derecho.
Cuando el hígado inflamado avanza, se produce ictericia (consistente en la coloración amarillenta/anaranjada de la piel).
Cambio en el color de las heces o de la orina.
El tratamiento del hígado inflamado debe pasar en primer lugar por el diagnóstico; es decir, por conocer cuál es la causa que haya provocado el agrandamiento del hígado. Una vez conocido, se establece un tratamiento cuyo objetivo es resolverlo o paliar sus síntomas.
Pongamos un ejemplo. En caso de hígado graso, es posible revertirlo siguiendo una dieta sana y baja en grasas, practicando ejercicio físico regular, evitando el consumo de alcohol y bajar de peso. De hecho, en caso de que ese hígado graso haya sido producido por el consumo de alcohol, es fundamental dejarlo para que no se siga dañando.