… ¿Pero no lo que yo hago? De ninguna manera. Un administrador de empresas (como en todos los aspectos de la vida) debe predicar con el ejemplo. Lo que no significa tener que saber hacer todo a la perfección, pero si hay que conocer en detalle la labor de cada empleado (o colaborador).
En las organizaciones más grandes, llamadas organizaciones complejas, hay una determinada cantidad de características, entre las cuales están:
-Complejidad: se refiere, principalmente, al crecimiento de la organización. Cuanto más crecen, se vuelven más verticales, aparecen más niveles jerárquicos. Se habla de organizaciones Altas o Bajas. En las primeras hay muchos niveles de manera vertical y en la segunda hay pocos.
-Anonimato: no importa quien haga el trabajo, sino que se haga. Lo importante es la labor llevada a cabo.
-Rutinas estandarizadas: para producir los procesos y canales de comunicación. Tiene que ver con los protocolos, los pasos a seguir. Apunta a las relaciones impersonales o personalizadas.
-Estructuras personalizadas no oficiales: tiene que ver con la comunicación y las relaciones informales. A veces, estos grupos, terminan teniendo más poder que los formales.
-Tendencias a la especialización y a la proliferación de funciones: acá encontramos la diferencia entre autoridad formal o autoridad técnica.
-Tamaño: según el número de participantes que tenga la organización.
Pero volviendo al tema principal, al menos al que yo quiero apuntar. Podemos ver que el punto que más nos interesa es el de “Tendencias a la especialización y a la proliferación de funciones”. Si bien los otros 5 puntos son importantes y merecerían un desarrollo, hoy quiero centrarme en este.
Recordemos que el texto arranca diciendo: “Has lo que yo digo ¿pero no lo que yo hago?”. Y afirmábamos que “NO”. Y este punto, de las características de las organizaciones complejas, es el que lo comprueba de manera teórica.
Una cosa es, la autoridad formal y, otra, la autoridad técnica. Si yo tengo una empresa, grande, compleja. Y tengo un sector de Tecnología, otro de Recursos Humanos, otro de Producción y varios más. En cada uno debo tener un jefe de sector, un encargado que sepa hacer el trabajo. Un especialista en el área.
Pero siempre dependiendo de una autoridad formal, una autoridad superior a todos ellos. Ese lugar debe ser ocupado por un administrador de empresas. ¿Por qué? Simple, nadie puede saber todo, por ejemplo, manipular las máquinas con las que se produce; liquidar los sueldos de los empleados; llevar adelante las situaciones legales en que esté implicada la organización; arreglar la maquinaria; organizar los sistemas informáticos; y tantas otras cosas más. Pero sí, alguien puede organizar, administrar todos esos recursos, llevarlos a ser cada día más eficientes, solucionar las falencias.
Porque puede conocer los mecanismos y tener la capacidad de influir en las personas para que lleven adelante las directivas.
El administrador de empresas, también debe ser Líder. Tiene que poder dirigir, de manera efectiva, para que se consigan las metas u objetivos.
En conclusión, si querés ser un buen administrador de empresas, leé, infórmate, estate al tanto de la labor de los demás, conócelos, fíjate que les gusta, de qué manera se sienten cómodos, que incentivos los llevarían a mejorar su labor bajo tu cargo.
Presta mucha atención a las falencias y búscales soluciones rápidas y efectivas. Ser ágil y veloz te va a hacer ganar muchas batallas.