23 noviembre, 2024

El  riesgo  biológico  en el ámbito laboral  se  puede  definir  como  aquel  que  surge  de  la exposición  laboral  a  micro  y  macroorganismos  que  puedan  causar  daños  al trabajador. Estos en general pueden ser transmitidos a través del aire, de la sangre y de los fluidos corporales.

Los trabajadores más expuestos a estos riesgos son los que están en ambientes hospitalarios, los que trabajan con animales, plantas de potabilización y plantas de tratamientos de efluentes.

La exposición al riesgo biológico se da de forma directa o indirecta.  La forma directa  se  origina  cuando  el  personal  manipula  directamente  los microorganismos a  través  de  las  técnicas  o procedimientos  establecidos, pero de todas maneras ocurre algún accidente por el cual se realiza el contacto con éstos. En el caso de los trabajadores en hospitales, tienen una exposición indirecta pues se deriva de la atención de la fuente contaminante que puede ser un ser vivo o muerto o por las secreciones emanadas por ellos o un elemento que fue utilizado para su atención o manipulación.

Las formas de contacto con estos agentes se clasifican en:

  1. La  patogenicidad: es  la  capacidad  de  un  microorganismo  para  producir  una enfermedad.
  2. La  transmisibilidad:  es  la  habilidad  de  moverse  desde  el  sitio  donde  son liberados hasta la vía de infección de una persona. (Contacto directo, indirecto o por transmisión por gotas al toser, estornudar, hablar; se puede dar por vía aérea, por un vehículo común o por un vector).
  3. La infectividad: es la habilidad para penetrar las barreras defensivas naturales o inducidas del individuo. Esta depende de muchos factores destacándose el sistema inmune de cada individuo.
  4. La virulencia:  es la capacidad para ocasionar enfermedad, por lo tanto a mayor virulencia más grave será la enfermedad.

 

Según la OMS, los riesgos biológicos se clasifican en 4 grupos según el riesgo:

Grupo de riesgo 1:  Microorganismos  con  escaso  riesgo  individual  y  comunitario  que  tienen  pocas probabilidades de provocar enfermedades en humanos o en animales.

Grupo de Riesgo 2: Microorganismos  con  riesgo  individual  moderado  y  riesgo  comunitario  bajo,  que  pueden  provocar  enfermedades  en  humanos  o  en  animales  pero  tiene  pocas probabilidades  de  entrañar  un  riesgo  grave  en  el  personal  de  laboratorio,  la comunidad, los animales y el medio ambiente. La exposición en el laboratorio puede provocar  infección  grave,  pero  se  disponen  de  medidas  eficaces  y  el  riesgo  de propagación es limitado.

Grupo de Riesgo 3: Microorganismos con  riesgo  individual elevado y  riesgo comunitario bajo, que suelen provocar enfermedades graves en humanos o en animales pero que generalmente no se propaga de un individuo infectado a otro. Se disponen de medidas eficaces y de prevención.

Grupo de Riesgo 4:  Microorganismos  con  elevado  riesgo  individual  y  comunitario,  que  suele    provocar enfermedades  graves  en  las  personas  o  en  los  animales  y  pueden  propagarse fácilmente  de  un  individuo  a  otro,  directa  o  indirectamente.  Generalmente  no  se disponen de medidas eficaces de tratamiento y de prevención.

Recomendaciones

1-Evitar el contacto de la piel o mucosas con la sangre y otros líquidos de precaución universal, de todos los pacientes,  no solamente de aquellos que ya tengan diagnosticada la enfermedad.
2-  Usar guantes para todos los procedimientos que impliquen contacto con:
•    Sangre u otros fluidos corporales, considerados líquidos de precaución universal.
•    Piel no intacta, membranas mucosas o superficies contaminadas con sangre.

3-   Usar mascarilla y gafas (o careta facial) para los procedimientos que generen gotas de sangre o líquidos corporales; con esta medida la exposición de las membranas de la boca, nariz y los ojos.
4-   Emplear delantales protectores plásticos o impermeables cuando haya posibilidad de generar salida explosiva o a presión de sangre o líquidos corporales: drenaje de abscesos, atención de heridos, partos, punción de cavidades, etc.
5-   Lavar las manos inmediatamente antes y después de realizar cualquier procedimiento o de tener contacto con sangre o líquidos corporales o atender cualquier paciente. Los guantes nunca son un sustitutivo del lavado de las manos dado que la calidad de los guantes es variable y no previenen los pinchazos.

6-   Disponer de los elementos necesarios para llevar a cabo una reanimación cardio-respiratoria.

7-   Poner especial atención en evitar accidentes con agujas, bisturís y cualquier elemento corto punzante; para ello se recomienda, además del cuidado, evitar todo procedimiento de reempaque de agujas, ruptura de láminas de bisturí o agujas o cualquier tipo de manipulación diferente al uso indicado. Todos los elementos deben descartarse en lo posible inmediatamente se usen, y ser descartados en recipientes de pared dura dispuestos en cada servicio para este fin.

8-  Cuando el personal de salud presente lesiones exudativas tipo dermatitis, deben evitar el contacto directo con pacientes.

9-   Definir políticas claras sobre el manejo de los desechos contaminados con fluidos de riesgo, desde el punto donde se producen hasta la disposición en el área de lavado para el material desechable o el basurero institucional. Disponer de recipientes con desinfectantes cerca de la cama del paciente para desechar los guantes, las agujas y los textiles usados en curaciones. La ropa contaminada con fluidos de riesgo deben empacarse dentro del cuarto del paciente en bolsas rojas.

10-  El transporte de los desechos dentro del hospital debe seguir todas las normas de bioseguridad hasta la incineración o entrega a la institución encargada de su destino final.

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