A partir de la década del 60, Uruguay inició un proceso comercial, por cierto muy progresivo, a partir de su participación en la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, hoy Asociación Latinoamericana de Integración, donde logró suscribir acuerdos selectivos con Argentina y Brasil.
Más allá de sus esfuerzos, y en un contexto bien distinto al de las décadas anteriores, en 1991 Uruguay tomó la decisión de mayor importancia en términos comerciales, ingresar al Mercosur. Este proceso de integración generó en su momento profundas expectativas y aún, en sus logros y fracasos, sigue marcando la política de inserción de Uruguay.
Luego de un estratégico acercamiento bilateral entre Argentina y Brasil a principios de la década de los ochenta, Uruguay acompañó las negociaciones que culminaron con la firma del Tratado de Asunción y la consiguiente conformación del Mercosur.
La decisión de ingresar al Mercosur marcó la estrategia de inserción exterior del país, ya que desde el momento en que se decidió establecer una unión aduanera con los socios del bloque se cedió soberanía en la política comercial, al menos en términos teóricos. Esto imposibilitaba principalmente la firma de acuerdos comerciales de forma bilateral, ya que en caso contrario se afectaría el arancel externo común, principal componente, si bien no el único, de una unión aduanera.
No obstante lo anterior, Uruguay visualizaba en la década de los noventa a otro Mercosur que el que se conoce en el presente. Inicialmente se trataba de un acuerdo de base económica y comercial, que buscaba iniciar un proceso progresivo y profundo de la economía nacional, principalmente a través de una baja de los aranceles y una expansión del mercado interno, lo que aumentaría el nivel de competitividad de algunos sectores productivos para una mayor inserción internacional.
Si bien alcanzaron avances concretos como la disminución arancelaria, el aumento del comercio intrarregional, la creación de un desarrollo institucional y normativo adecuado y la suscripción de acuerdos con otros países de la región como Chile y Bolivia, los embates económicos por los desequilibrios generados desde la crisis asiática en adelante culminaron con la de valuación del real brasileño de 1999 y la crisis económica e institucional de Argentina del año 2001.
Recuperar la soberanía para negociar acuerdos comerciales permitiría a Uruguay avanzar en la negociación externa con las economías asiáticas, donde existen oportunidades comerciales en sectores en los cuales el país posee elevados niveles de competitividad internacional. En este sentido, sería recomendable explorar la posibilidad de avanzar en la firma de acuerdos comerciales con algunas de las economías de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático o con otras potencias como Japón, República de Corea, India o incluso China, si bien en este último caso aún pueden generarse impacto de consideración en la industria local.
Para afrontar dichos desafíos, Uruguay debe contar con una clara estrategia de inserción internacional, indispensablemente consensuada al interior del país…