26 diciembre, 2024

Estructura de la sociedad en tiempos del virreinato:

Diferentes grupos sociales determinados por la raza y la riqueza conformaban una pirámide social en la que cual la clase “decente o principal” ocupaba el vértice, seguida por la “plebe” y por último los esclavos. Cada grupo racial o social tenía distintas obligaciones y derechos.

El nacimiento determinaba la ubicación social de las personas, aunque existían algunas formas de ascenso social a través del matrimonio o el enriquecimiento. La limpieza de sangre era muy importante para alcanzar los niveles más altos de la sociedad, reservados a los blancos.

La iglesia, institución que se ocupaba de la atención espiritual, la educación y la asistencia social, ejercía una importante influencia.

Existían profundas diferencias entre la sociedad urbana y la rural; la ciudad era el centro político, social y económico que irradiaba su autoridad a la zona rural circundante.

Sociedad urbana:

La clase principal o “gente decente”:

La nobleza era muy escasa en el Río de la Plata. Los sectores más alto de la sociedad estaban constituidos por altos funcionarios de la administración virreinal, dignatarios de la iglesia, comerciantes mayoristas, poseedores de tierras, encomiendas o privilegios económicos y algunos empresarios: dueños de obrajes, haciendas, tropas de carretas, bodegueros en Cuyo, propietarios astilleros en el Paraná, mineros en Potosí.

Los cambios económicos padecidos en el siglo XVIII hicieron surgir en Buenos Aires una poderosa clase mercantil (burguesía) ligada al comercio mayorista, que acumuló importantes fortunas y procuro elevar la educación de sus hijos. De ella derivo un sector intelectual ilustrado en el que se destacaban los abogados. Esta clase fue iniciadora del proceso revolucionario, ya que se sentía capacitada para ocupar los puestos de conducción.

La clase popular o “plebe”:

Los grupos medios eran muy escasos; se los encontraba en las ciudades, especialmente en Buenos Aires: comerciantes minoristas, dependientes de comercio, empleados menores de la administración, auxiliares de justicia, matarifes, pulperos, artesanos libres, agricultores de los suburbios.

Los sectores más bajos incluían la mayoría de la población  de “castas de mezcla”; por ubicarse en las afuera de la ciudad eran llamados orilleros. Entre ellos se encontraban trabajadores serviles, vagos (sin ocupación determinada), menesterosos y libertos.

La situación de los mestizos, al comenzar el siglo XIX, era muy desfavorable; se habían limitado sus derechos: no podían tener propiedades, ser vecinos, portar armas ni abrir comercios.

Los esclavos:

Eran oriundos de África, introducidos para la venta; también se incluían sus descendientes por vía materna. Jurídicamente eran de un valor de intercambio; sin embargo, el dueño no tenía derecho a matarlos ni a mutilarlos.

En el Río de la Plata fueron generalmente bien tratado. Se incorporaron a las familias como servidores domésticos; también desempeñaron tareas agrícolas y artesanales.

 

Sociedad rural:

Los hacendados y sus dependientes:

En las zonas rurales tuvieron tuvieron gran importancia los hacendados o estancieros, aunque siempre sometidos a la autoridad de los funcionarios de la ciudad y a la preponderancia económica de los grandes comerciantes.

Otro personaje característico de la campaña fue el pulpero, dueño del comercio rural de ramos generales y despacho de bebidas, llamado pulpería.

En el campesinado se destacaban pequeños propietarios rurales, agricultores y peones a sueldo.

El gaucho:

El gaucho fue el habitante característico de las zonas rurales, producto de la unión de blancos emigrados de la ciudad,-perseguidos por la justicia-, y de indios. Sin un lugar fijo donde establecerse adopto un tipo de vida seminòmade, basado en la libertad que le daba la pampa sin alambrar, donde era fácil transitar y conseguir alimentos, por la abundancia de ganado. Considerado “gente perdida” de la campaña, se lo empezó a llamar changador, guaderio o gaucho como sinónimo de vagabundo o matrero.

Habitaba en chozas de caña y cueros, ranchos, dispersos en las zonas rurales. Hábil en el manejo de caballo y del cuchillo, se vinculo con las actividades ganaderas, evitando el trabajo manual y la agricultura. Celoso de su independencia, se empleaba temporariamente en las estancias. Sus lugares de reunión eran las pulperías; ahí cambiaba los cueros por ropas, utensilios de caza, yerba mate y aguardiente.

Las autoridades trataron de limitar al gaucho exigiéndole la papeleta de conchabo, documento que probaba que estaba trabajando en alguna estancia. Quien no la poseía era calificado de vago y podía ser reclutado para la milicia o sujeto a trabajo forzosos.

Las partidas policiales lo alejaban del rancho y lo empujaban hacia la toldería india, donde se aprovechaban los datos que aportaba para orientar a los malones. Su azarosa vida se desarrollaba en las zonas rurales entre las estancias y a indiada, tratando de conservar lo que más apreciaba: su libertad.

El indio:

La condición jurídica de los indios era la de vasallos libres de la corona y protegidos por las leyes de Indias. Sin embargo, en la realidad fueron tratados como mano de obra al servicio del blanco. Diversas instituciones hispanas permitieron servirse de su trabajo: la encomienda, la mita y el yanaconazgo. Las leyes protectoras dictadas por la corona no dieron resultado. En el Río de la Plata la situación del indio fue diferente según las regiones. Entre los guaraníes del Nordeste, las encomiendas fueron muy importantes. Se destinaba a los indios al trabajo agrícola vinculado a la explotación del algodón, tabaco y yerba mate.

Al desaparecer las misiones que los sacerdotes jesuitas habían organizado con éxito, en el Paraguay y el Litoral, como consecuencia de la expulsión de la orden dispuesta por la corona en 1767, los indígenas se dispersaron: unos huyeron a los bosques, otros bajaron por el Litoral de los ríos y fueron empleados en las estancias y en la navegación del Paraná.

En la región pampeana y patagónica, el indio se mantuvo fuera del dominio blanco, conservando su vida nómade y tribal: incorporo el caballo con el que adquirió gran movilidad. Enfrento al blanco atacando las estancias y poblados de las zonas rurales, para disputarle la mayor riqueza de la Pampa: el ganado.