27 diciembre, 2024

El jefe de Gabinete de Gobierno, Marcos Peña, ANUNCIÓ ante la asesora de Seguridad Nacional de Barack Obama, Susan Rice, la intención de la Argentina de recibir 3.000  refugiados sirios  por la Crisis de Medio Oriente  y los ataques del Estado Islámico.

La faraónica premisa, lejos de pretender ser parte de una solución a un problema mundial,  resulta ser un proyecto altamente descabellado.

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La situación de vulnerabilidad que atraviesa la Argentina, no la hacen propensa a soportar un riesgo  de considerable magnitud, por el solo hecho de  “mostrar un alineamiento a los Estados Unidos, la Unión Europea y al Papa Francisco”.

No solo el costo es elevado, sino que no existe resto para asumir ese costo. La intención de la Argentina de recibir 3.000  refugiados  sirios, “aparentemente” con la ayuda de los Estados Unidos y la Unión Europea, no deja de ser un proyecto final,  una calle sin salida, un camino al precipicio.

Ya durante el gobierno de Cristina Kirchner -en 2014 -se  creó el Programa  Siria,  por el que se recibieron 1.000 refugiados sirios en el país ,   con el  apoyo de las comunidades árabe y católicas del país, claro que ese apoyo es meramente momentáneo; es decir, se le puede ofrecer habitación y alimentos, pero, cómo se programa su inserción laboral  y social. ¿Cuál ha sido la suerte de estos refugiados?

Durante el transcurso del año 2016,  se presentaron en los juzgados laborales 3.500  causas fuera de lo usual, inherentes a despidos. Por cierto, tanto la demanda laboral como los índices de pobreza se han incrementado notablemente en el transcurso de los últimos diez años y muy particularmente, en el transcurso del presente.

Obsérvese que el Proyecto de Asilo para 3.000 refugiados Sirios, no cuenta con una metodología a aplicar, y menos aún, con una fecha cierta de materialización.
Ya el Ministerio del Interior estima que no solo es poco práctica la medida, sino que además se debe evaluar con mesura o cuidado  el impacto que dicha medida ha de tener en nuestro país.
La Dirección Nacional de Migraciones convocó una “mesa  siria” con la Organización Internacional para Refugiados, la Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes, los Cascos Blancos y  la Acnur.
Lamentablemente, la implementación de este plan conlleva riesgos que no han sido debidamente sopesados.

El primer riesgo lo conforma la inexorable falta de respuesta a los escasez de trabajo.  Si a través de este compromiso, el actual gobierno interpretó que éste permitiría a la Argentina la apertura al mundo y a las inversiones, nada mas desacertado y carente de lógica.

En primer lugar, las inversiones extranjeras que puedan crear fuentes laborales con capital foráneo, dependen de la legislación actual y muy particularmente del apoyo del poder legislativo, donde el gobierno de turno no cuenta con una amplia mayoría. En relación a idéntica temática, los capitales nacionales, requieren para activarse, una serie de desgravaciones, créditos y protecciones que no han sido establecidas aún.

Si no podemos satisfacer la demanda interna de trabajo, cómo habremos de incorporar 3.000 refugiados que no manejan ni las costumbres ni el idioma nacional?. Además, a ellos  habrá de sumarse los 1.000 recibidos en el año 2014 durante el gobierno de la Dra. Fernández de Kirchner. A mayor abundamiento, se le suma falta de atención a nivel sanitario y la existencia de un presupuesto acotado para su manutención.

También, es de destacar que no se han tomados reparos necesarios para chequear, fehacientemente el origen y los contactos políticos de los refugiados que ingresarían al país, toda vez que la Agencia Federal de inteligencia (AFI), no cuenta siquiera con una oficina de inteligencia en Siria.

El segundo gran inconveniente se evidencia en la suscripción de un compromiso  no asumido, lo cual nos lleva a enfrentar un dilema ético. El ofrecer asilo  humanitario, como practica de ciertas naciones que se han visto obligados a abandonar su país de origen debido al peligro que corrían – en el caso que nos compete-, a causa de la guerra,  conlleva, al Estado  receptor el ofrecimiento de protección, y en algún aspecto de ese concepto de protección, hemos fallado.

Conclusión: Lamentablemente no podemos  dar cumplimiento con lo acordado  en todos los aspectos, pero, en un plan de sinceramiento, sin destruir las expectativas de aquellos refugiados que se ven forzados a huir porque no disponen  de la suficiente protección  por parte del gobierno de Siria,  y  sin adentrarnos a la polémica acerca del alcance legislativo y jurisprudencial del concepto de asilo, podremos ofrecer simplemente asilo territorial temporal, ya que de nuestro vasto territorio aún no poblado y necesita ser trabajado.

Al mismo tiempo, y tratándose de una situación fortuita o fuerza mayor que no puede eludirse, debemos recurrir al apoyo financiero e inversión mancomunada de los países desarrollados, en pos de un fin altruista y en cumplimiento de los convenciones sobre Asilo Humanitario.

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