23 noviembre, 2024

La madrugada del 2 de abril Mónica recibió un mensaje de su hija Araceli. Le decía que prepara las cosas para el mate, que ella estaba llegando. El agua ya lista esperó en vano la llegada de Araceli.

«¿por qué grita esa mujer?
¿por qué grita?
¿por qué grita esa mujer?
andá a saber…«

Ante la preocupación y desesperación la familia de Ara denunció la desaparición en la Comisaría 5º de Billinghurst. Los días siguientes fueron largos, pesados, la investigación no avanzaba. Marcelo, su hermano, contó, para Cosecha Roja, que recibieron muchas denuncias falsas, que no había suficientes efectivos policiales para realizar el rastrillaje, que la fiscal Graciela López Pereyra no aceptaba ayuda.

«…esa mujer ¿por qué grita? andá a saber
mirá que flores bonitas
¿por qué grita?
jacintos margaritas
¿por qué?
¿por qué qué?
¿por qué grita esa mujer?…»

La difusión de la búsqueda, tímida en principio, se hizo más fuerte. A través de las redes sociales diversas organizaciones, familares, amigas/os, y algunos medios hicieron del pedido de aparición con vida de Araceli una constante y fuerza. General San Martín y alrededores se empapelaron con la sonrisa de Araceli y la leyenda «Araceli te estamos buscando»

«…¿y esa mujer?
¿y esa mujer?
vaya a saber
estará loca esa mujer
mirá mirá los espejitos
¿será por su corcel?
andá a saber…«

«Ara, la morocha» decía el porta cosméticos que, el cuerpo canino de la Asociación Bomberos Voluntarios de Punta Alta, encontró tirado en Villa Ballester el 17 de abril. Desde su desaparición, la primera pista, el primer acercamiento…Se allanaron cerca de 300 domicilios por la zona. Entre ellos, el de Darío Gastón Badaracco. Nada más se encontró.

«…¿y dónde oíste
la palabra corcel?
es un secreto esa mujer
¿por qué grita?
mirá las margaritas
la mujer
espejitos
pajaritas
que no cantan…»

El jueves a la tarde, por insistencia de la misma familia de Araceli, un perro rastreador llevó a la policía a Alfonsina Storni 4477, en José León Suárez, San Martín. Enterrado, en el patio, encontraron el cadáver desnudo de una mujer. La peor noticia se confirmó al mediodía del viernes, el cuerpo pertenecía a Araceli Fulles; la casa, a Gastón Badaracco.

«…¿por qué grita?
que no vuelan
¿por qué grita?
que no estorban
la mujer
y esa mujer
¿y estaba loca mujer?
Ya no grita

(¿te acordás de esa mujer?)».

«Ya no grita», dice el poema de Susana Thénon. No grita porque no está, no está porque la mataron. Gastón, primer sospechoso y ahora detenido, es el principal culpable pero no el único. Entre sus cómplices, uno tiene como hermano a un policía, un policía que trabaja en la comisaría donde se radicó la denuncia, mientras, otros tres oficiales fueron desafectados de la fuerza por las irregularidades de la investigación…

Pero calando aún más profundo, y con tan solo mirar los número y los nombres, la ausencia del Estado es evidente. Una ausencia que se siente en cada uno de los 28 feminicidos que sucedieron sólo en este mes pero que data de mucho tiempo atrás.

Sin presupuesto para los planes de Erradicación de violencia contra la mujer,sin campañas de concientización, sin políticas públicas claras que respalden la Ley Nacional de Violencia Contra la Mujer, con policías cómplices, un sistema judicial caduco, y sin una realización efectiva de Ley de Educación Sexual Integral…estamos frente a crónicas de feminicidios anunciados y hoy, otra vez, tenemos a una menos.

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