23 noviembre, 2024

La búsqueda de la verdad es más filosófica que periodística. Los periodistas persiguirían, en todo caso, la objetividad. Pero no quiere decir que los mass media ignoren su valor como herramienta de poder. La articulación de la agenda setting con las técnicas de manipulación mediáticas,  son el eje de mi preocupación en el impacto social. Como periodistas, somos inherentes a los medios. Al ser conscientes de la manipulación, somos complices. Por eso es importante hablar de ello con la gente. No es necesaria una advertencia quita culpas, sino la búsqueda de la concientización real.

Cada estilo de medio tiene la capacidad de influir en la gente desde diversos ángulos. El diario es el espacio del análisis. Allí se tejen las mentiras más bonitas cuando la intención está dada. La radio, es el espacio del debate, donde un grupo de personas encuadran en un marco moral, las diferentes acciones, justificándolas o no. La televisión actúa a varios niveles. Los programas de televisión en sí mismos y las tandas publicitarias que insisten y redundan con un mensaje.
La televisión es el elemento más peligroso como herramienta persuasiva y de manipulación. Esto se debe a el alcance y a la situación de pasividad ante ella por parte de los receptores. Si llegaran a preguntarse cuál es la diferencia entre persuadir y manipular, es esta: La persuasión trata de convencer al receptor para que haga cierta cosa. La manipulación es tendenciosa. La intención del emisor no es modificar el accionar del otro mostrándole los atributos de hacerlo. Para la persona que manipula cualquier herramienta existente es válida para lograr su cometido. Ediciones malintencionadas; recursos inmorales; mentiras a cualquier costo; anti – propaganda.

La televisión es tan eficaz porque involucra la vista, y el oído. Al mismo tiempo de que te muestra un hecho y te lo explica, luego lo analiza, y más tarde hace un debate alrededor de la cuestión. Esto tiene como lado positivo que aumenta la accesibilidad para el público. Muchas más personas pueden acceder al contenido. El lado negativo es que la televisión no se usa como medio de información, sino que está contemplada como forma de entretenimiento, y ese es su significado social. Entonces los trabajadores y trabajadoras, los niños y niñas, los desempleados, ancianos, lisiados, retirados; todos en sus casas prenden, aunque sea un rato, la televisión; para entretenerse; para ver qué pasa; para que les haga compañía…

En el panorama electoral la televisión es clave para hacer difusión de propuestas y de estereotipos. Buscan convencer a los espectadores de que voten de determinada forma. Cada candidato hace esfuerzos estéticos para que su indumentaria, sus locales, sus afiches, y sus discursos sean afines. Para que cambiemos se transformara en el ganador de las elecciones presidenciales anteriores se hicieron proyecciones a largo, mediano y corto plazo.

Todo empezó cuando Macri se sacó el bigote.

Si lo pueden recordar, el actual Presidente de la Nación, tenía bigote. Fue antes de ser jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuando todavía usaba corbata. A partir de allí, comenzaron a realizarse un tobogán de cambios de estética progresivos que construyeron el perfil del partido de coalición Cambiemos. En sus constantes apariciones en televisión, el discurso se alteró poco a poco, a medida que el bigote también fue acortandose, cada vez más, hasta desaparecer.
Cómo los televidentes aceptamos los discursos cambiantes, es una pregunta que puede desarrollarse a través de todas las teorías de comunicación y sociales. Es importante destacar que el cambio gradual resulta mucho más aceptable y disimulado. Es probable que al interpelar a un televidente con  tapes del Presidente en contradicción, si esta persona está a favor, encuentre una explicación que lo justifique. Porque se da en un plazo pertinente de tiempo intermedio.
Evaluando los recursos que corren por parte de los medios y no de las personas en ellos podemos saber que, aplicando ciertas técnicas, se construyen diferentes significados.

Entonces, un candidato le habla a la gente, lo hace como si estuviera hablando con uno solo, aunque eso llegue a múltiples receptores. Cuando la cámara se dirige al candidato hace un recorte del panorama total. Se realiza a través del encuadre y la angulación. Ejemplo: Suponiendo que se busca el éxito del candidato, es probable que se elija un plano cercano. Por ejemplo un buen plano medio, donde se pueda ver la gesticulación pero también las expresiones del rostro. Se dispondría la cámara en una altura normal. Porque al usarla demasiado baja, en un contrapicado lo haría lucir magnánimo. Y se da por hecho que lo distancia del público y le quita lo personal. Por el contrario una cámara muy alta, en contrapicado, tendría un efecto de reducir o restar importancia.
Si se dominan los recursos de cámara para acompañar los discursos persuasivos puede resultar muy útil. Si se utilizan para tergiversar los hechos, se transforman en manipulatorios. Cómo cuando se cubre una protesta, y para disminuirla, se ubica el camarógrafo de espaldas a la multitud y apunta con la lente a los rezagados de las áreas más alejadas, dando la impresión de una baja concurrencia.

Otras técnicas frecuentes en el panorama electoral son: Distracción: Correr la visión del público de problemáticas importantes. Crear problemas y ofrecer soluciones. Gradualidad: incorporar cambios lentamente. Diferir: mostrar cambios como “dolorosos y necesarios”, a pesar de que la decisión sea propia. Convocar al perfil sensible o emocional. Promover la mediocridad.

El desarrollo de estas nuevas áreas del estudio de la comunicación social es un arma de doble filo. Interpretar el impacto de los recursos, no es un conocimiento popular. Muchas personas conservan cierta inocencia respecto a la capacidad manipulatoria mediática. Lo que puede resultar en estimular el uso de las estrategias de manipulación. Debemos prestar atención y detectarlas. El primer lugar para resistir la manipulación es detectarla.

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