La ética dentro el despacho de aduanas cumple un rol importante, ya que en 1950 en una Asamblea General del centro de despachantes de aduanas, se fijaron principios y sistematizaron un cuerpo de reglas morales que deben cumplirse, y se lo llamó código de ética.
Este código está compuesto por varios artículos que se fueron modificando con el pasar del años para mejorar su función. La idea de su creación fue, que en la profesión se procediera con un criterio justo, evitando interpretaciones capciosas que perjudicaran al fisco, colegas o importadores y exportadores. También que los actos lesivos para los intereses profesionales de uno o de varios despachantes, hallara en el resto un eco solidario. El despachante –con altura, dignidad y corrección– debería respetar las disposiciones legales, cumpliéndolas y haciéndolas cumplir. El objetivo de este código también es, como señala Kant, para que los despachantes actúen conforme al deber. Esto sería cuando realizas una acción pero sin sentir una inclinación inmediata, sino que otro inclinación te impulsa a hacerlo. Por ejemplo, a la hora de comerciar, no tratar de sacar ventaja de alguna operación aduanera. De ese modo el despachante estaría actuando honradamente.
Claramente hay varios casos donde no se respeta el código, como por ejemplo, esta semana en nuestros país hubo un caso donde secuestraron varios autos de lujos por un caso de corrupción en la aduana, el procedimiento consistía en simular trámites de importación de mercaderías con el objetivo de beneficiarse con la compra de dólares al tipo de cambio oficial en medio del cepo. Según el código, se determina que son causas de expulsión cometer actos que afecten gravemente la reputación moral, profesional o comercial, sea que dichos actos se produzcan dentro o fuera de la asociación. Este tipo de inclinación, según Kant, sería todo lo contrario al deber, ya que esta gente actúa por una inclinación egoísta para sacar ventaja y enriquecerse ellos mismos.
