En nuestro país la realidad indica que ya no es un eslogan el concepto de que el bullying mata. “Desde el año 2013 sufrimos los homicidios de Naira Cofreces, cuyas asesinas fueron condenadas en Junín el pasado 2 de mayo (ese día se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Bullying) y Facundo en la Provincia de Salta. Más los suicidios en La Pampa de Milton y en el barrio porteño de Nuñez de Francisco en una secuencia de muertes que dejó atrás el primer gran caso de acoso escolar cuando un chico conocido como ‘Junior’ en la Ciudad de Carmen de Patagones fue ‘la víctima’ de bullying quién decidió vengarse y terminó matando a tres compañeros en el año 2004.
Afortunadamente este año 2016 no hemos tenido reportes de chicos asesinados ni de suicidios pero cada vez resulta más natural que los chicos terminen en el hospital luego de un continuado acoso escolar y los hospitales deben atender a chicos de entre 8 y 18 años que han sido víctimas de acoso escolar.
Bullying sexual. Puede ser esa forma aparentemente distraída con que se toca a una persona y negar inmediatamente la acción. Presionar a una persona a hacer algo que no quiere, como por ejemplo ver pornografía; insistir en dar un beso cuando no se quiere; cuando se manipula o se condiciona el afecto o la amistad y se pone a prueba al otro a través del chantaje. El extremo de esta práctica es el abuso sexual, al usar la fuerza para obligar al otro a tener relaciones contra su voluntad.
Bullying de exclusión social. Tendencia a excluir al chico o chica que según el líder del grupito o de la banda es un “tonto”, “un nerd”, “un teto”, etc. Se le ignora, se le aísla de forma deliberada, se le aplica la famosa “ley del hielo”. Muchas veces la víctima tarda en entender la intención de tal exclusión y el conjunto se deleita al ejercer dicho rechazo.
Bullying psicológico. Infundir el temor en la víctima es el eje de esta práctica. Se le acecha, persigue, se le fuerza a hacer cosas que no quiere, como entrarle a las drogas o al alcohol. Se le intimida para causar miedo. El niño o joven vive con angustia el encontrarse con el abusador en los pasillos, patios o a la salida de la escuela. El agresor, al ejercer su poder, puede hacerlo casi de forma tiránica, más aún si el conjunto del grupo le atribuye cualidades de héroe por su audacia, su fuerza, su simpatía o incluso su patanería.
Bullying físico. Pasar al empujón, los jalones, a la pamba y finalmente a una golpiza colectiva en donde los cómplices alientan, observan complacidos o indiferentes y otros con celulares graban las riñas.
Ciberbullying. Hoy la práctica de grabar las riñas en las escuelas y subirlas al YouTube se ha convertido en una constante, como si fuera algo gracioso. Es una forma más de ridiculizar y devaluar al otro. A esto de asocian los espacios como el de La jaula, un portal que permitía que alumnos y alumnas de las diferente escuelas difundieran chismes, calumnias, groserías de cualquiera que no le cayera bien. Son espacios de denostación del otro, en donde el anonimato permite que los tonos de los insultos denigren la imagen de cualquiera. El abuso por internet tiene una expresión más alarmante, que es la de los acosadores adultos que se hacen pasar por jóvenes y que hábilmente a través de los foros (chat, Messenger, Hi Fi, etc.) consiguen seducir a sus víctimas con efectos graves en la salud física y mental de los jóvenes.
Bullying entre hermanos. Es común que en las familias, la interacción entre hermanos responda al lugar que ocupa cada uno según el orden de nacidos. Sin darse cuenta a veces, muchos padres promueven la competencia, lo que hace que se exacerbe la rivalidad. Ante ello, entre hermanos se tiende a ridiculizar lo que uno tiene de virtud y los otros no. Se desacredita o miente sobre cosas o actos que hace uno de ellos, pero se es incapaz de asumir las propias responsabilidades. En el espacio familiar la agresión traducida en el pellizco, zape, cerillito o empujones va generando una lucha permanente por ganar la aprobación y atención de los padres. La devaluación y estigma del hermano victimizado se traslada después a otros ámbitos de la vida.
Recordando que la socialización es un proceso mediante el cual el individuo adopta los elementos socioculturales de su medio ambiente y los integra a su personalidad para adaptarse a la sociedad. Dicho en otros términos, socializar es el proceso por el cual el niño, aprende a diferenciar lo aceptable de lo inaceptable en su comportamiento. Socializar es un proceso muy importante que debe fomentarse en los niños y niñas desde muy corta edad. Nuestro actual modo de vida nos exige una constante interacción con los demás. Hoy en día no podemos concebir al individuo como un ser aislado. El individuo pertenece a un grupo e influye en el de manera decisiva. Por esta razón, cada vez más son los psicólogos interesados en estudiar las relaciones entre las interacción social y la conducta de los seres humanos. De este interés surge una aérea de la psicología orientada hacia la comprensión de los factores que surgen los problemas sociales y la capacidad para resolverlos. Nos referimos a la psicología social cuyo objetivo es centrar la atención en la regularidades de la conducta humana que surgen del hecho de que los hombres participan en grupos. Esta disciplina ha comenzado a tomar forma a partir de las convergencias de interés de individuos provenientes de una variedad de ciencias y disciplinas como la psicología y la sociología.