El trabajo en frigoríficos presenta una serie de riesgos, tanto de accidentes como de enfermedades profesionales, comunes a sectores industriales, agrícolas o mineros; no obstante, queremos destacar dos tipos de riesgos específicos de estas instalaciones: las fugas de amoníaco y la exposición a frío. Dado el espacio físico y las condiciones ambientales del trabajo en frigoríficos, las fugas de amoníaco en los circuitos de refrigeración son un riesgo importante, porque las personas expuestas pueden sufrir desde molestias leves hasta intoxicaciones graves, llegando en casos extremos a la muerte. Además, se debe tener presente que las consecuencias pueden afectar no sólo al personal de la planta, sino también a la gente que vive, estudia o trabaja en el barrio.
En nuestro país, la exposición a frío se encuentra regulada por el DS Nº 594/1999, Artículos 99º al 102º. Este cuerpo legal indica la obligación de las empresas de proporcionar ropa adecuada a los trabajadores expuestos y se establecen límites al tiempo de exposición en las cámaras. Se considera que una persona está expuesta a frío cuando la temperatura y velocidad del aire en su puesto de trabajo son tales que producen una pérdida neta de calor desde su cuerpo que puede hacer bajar su temperatura hasta 36°C. En la práctica, esta definición no es muy útil, por lo que, como regla general, se puede considerar que el riesgo por exposición a frío existe en ambientes con temperaturas menores a 10°C. El efecto más importante del frío sobre el cuerpo humano es la pérdida de calor, con el consiguiente descenso de la temperatura interna, pudiendo presentarse reducción en la capacidad de concentración y razonamiento lógico, pérdida de la destreza manual, temblores severos e hipotermia. También se pueden presentar daños localizados sobre la piel, sin que exista congelamiento, como perniosis (sabañones) y pie de trinchera. En el trabajo realizado en los centros de producción y procesado de alimentos y concretamente en la industria cárnica, es decir, en los mataderos, se produce exposición a agentes biológicos como consecuencia de la probable presencia de microorganismos en el animal, en sus productos y en el ambiente laboral. Los principales daños para la salud del trabajador derivados del trabajo en la industria cárnica son las enfermedades infecciosas o parasitarias transmitidas al hombre por los animales y/o sus productos o cadáveres, conocidas como zoonosis (tuberculosis, brucelosis, etc.). También, son frecuentes las alteraciones respiratorias, las alergias y los eczemas. Muchas de estas patologías están reconocidas como enfermedades profesionales, pero pocas veces son notificadas y registradas como tales, enfermedad profesional o enfermedad relacionada con el trabajo.
FACTORES DE RIESGO
Golpes, atrapamientos, mordeduras, arañazos de los animales vivos.
Cortes, roces, arañazos con astillas o huesos de la canal o con herramientas.
Salpicaduras, proyecciones de esquirlas de la canal, de vómitos, de sangre, de orina y/o de heces, etc.
Contacto con la piel, los pelos, las proteínas u otros alergenos de origen animal.
Manos siempre húmedas.
Exceso de humedad y bajas temperaturas ambientales
Formación de bioaerosoles en determinadas actividades como en el lavado de la canal y en la limpieza del local con agua a presión, en el escaldado y flagelado (vapor), en la realización de cortes como en el esquinado o división de la canal.
Exposición a polvo orgánico y bioaerosoles en los corrales.
Malos hábitos como: llevarse las manos a la boca, frotarse los ojos, no protección de heridas abiertas, comer, fumar en el lugar de trabajo, etc.
MEDIDAS PREVENTIVAS
Control sanitario de los animales en origen, todo animal que entra al matadero debe estar identificado. Además, en el matadero se realizará la inspección veterinaria ante-morte, alertando inmediatamente sobre cualquier sospecha de enfermedad y procediendo al aislamiento del animal enfermo.
Diseño adecuado de instalaciones:
Espacio suficiente en cada puesto de trabajo.
Iluminación adecuada.
Suelos resistentes, impermeables, antideslizantes, de fácil limpieza y desinfección, con suficiente inclinación que facilite la salida de agua por los desagües.
Paredes lisas, resistentes e impermeables, con revestimiento lavable, de color claro y con la línea de unión al suelo redondeada.
Superficies, equipos y herramientas de trabajo de materiales resistentes a la corrosión y de fácil limpieza y desinfección.
Disponer cerca de los puestos de trabajo de: lavamanos de pedal con productos para la limpieza, desinfección y secado de manos y dispositivos para la limpieza y desinfección de las herramientas (desinfectadores/ esterilizadores de cuchillos).
Disponer de retretes, aseos, vestuarios, duchas y taquillas suficientes para el personal.
Disponer de un adecuado sistema de ventilación para eliminar o reducir olores, vapores y bioaerosoles.
Diferenciación entre zona sucia y limpia.