Logística y desastres
Cabe señalar que antes de reaccionar ante una emergencia, se debe entender que ya se cuenta con ciertas medidas de prevención. De no ser así, entonces atengámonos al peor escenario posible. Vale la pena recordar que esas medidas preventivas son responsabilidad primaria de los gobiernos, al igual que las acciones y costos derivados de actividades de rescate. Eso no significa que la iniciativa privada no colabore o que la sociedad civil no actúe; sin embargo, su intervención deberá estar bajo la coordinación de entidades gubernamentales…claro, donde esto sea todavía posible.
Cada desastre es único. Esta premisa nos debe alertar sobre las dificultades que entraña la reacción logística ante cualquier acontecimiento con consecuencias catastróficas. Las condiciones geográficas, climáticas, orográficas, entre muchas otras determinarán el nivel de desafío que habrá que enfrentar para llevar provisiones de la manera más rápida posible.
Una sociedad medianamente previsora deberá al menos contar con:
• Centros de acopio previamente identificados.
• Sistema de alerta según corresponda al tipo de riesgo (inundación, terremoto, maremoto, etcétera).
• Redes de comunicación alternativa para tratar de mantener la comunicación el mayor tiempo posible con la población afectada. Esto normalmente debe ir acompañado de una previsión personal o familiar adecuada (radios de pilas, por supuesto las pilas y cualquier otro dispositivo y fuentes de energía alterna).
• Evaluación de las afectaciones y, por tanto, determinación de las necesidades (recuérdese que en no pocas ocasiones se llevan suministros no solicitados o que no tienen utilidad para el tipo de emergencia).
• Rutas de evacuación previamente señaladas a la población.
• Identificación de proveedores según los requerimientos.
• Puntos de almacenamiento más cercanos al lugar del siniestro.
• Un grupo de expertos en logística que determine las acciones de transporte y suministro.
• Un aspecto crítico tiene que ver con la actitud de las aduanas, que normalmente dificultan la salida de donaciones y en general de los productos que deben llevarse a la zona de desastre.
• Contactos con entidades internacionales que pueden ofrecer cualquier tipo de ayuda, sea en asesoría, en especie, hospitalaria o monetaria (Cruz Roja, OMS, UNICEF, UNHCR, etcétera).
• Coordinar ayuda ofrecida por otros países. Este no deja de ser un tema delicado, pues muchos gobiernos ven un signo de debilidad si aceptan en primera instancia este tipo de ayuda y no es sino hasta muy tarde cuando se ven obligados a aceptar dicha ayuda.
Acciones logísticas y de planeación ante desastres naturales
En un mundo ideal, la decisión logística y de transporte no debería ser tomada en circunstancias apremiantes, sino derivado de una actividad planificada y con preparativos adecuados. La realidad es que la emergencia surge en el lugar y en el momento menos esperado y aún cuando ciertas sociedades sí cuentan con un cierto nivel de preparación, las más de las veces, la catástrofe supera cualquier realidad (Tsunami en Tailandia, Huracán en Nueva Orleans, otro Tsunami en Japón, Terremoto en la Ciudad de México, etcétera).
Lo que probablemente sí sea posible lograr en esas circunstancias o al menos se busque, es la coordinación de los actores y sobre todo reaccionar con un enfoque integral. Para esto se debe dejar el liderazgo a la entidad más capaz o más cercana al lugar de afectación. Los demás actores (proveedores, médicos, rescatistas, entre otros) deberán esperar instrucciones de ese mando formal o improvisado.