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Costumbres eslovenas en Argentina.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, nuestros abuelos llegaron a la Argentina. Para mantenerse unidos lograron edificar clubes de la colectividad en distintos puntos del país  donde se juntaban todos los fines de semana. Esto era para mantener la lengua viva y poder conservar sus culturas y costumbres. Una de las tantas costumbres es la de Pascua. Esta es del tipo social, es una tradición memorizada y fue transmitida de generación en generación sin necesidad de ningún sistema de escritura.

Para celebrar las costumbres pascuales, es un hábito que se reúnan madres y jóvenes el jueves y sábado previo al domingo de ramos a realizar la BUTARICA, la cual es un adorno en base de ramas de olivo envueltas en virutas hechas de madera de color blanco, azul y rojo que representan la bandera eslovena. Esto lo llevan los chicos el Domingo de Ramos vestidos con el traje típico en la procesión que se realiza antes de la misa.

A la semana siguiente, en Sábado de Gloria, se acostumbra bendecir  el desayuno pascual. Este se lleva en una canasta de mimbre tapada con una carpeta bordada con figuras pascuales. El desayuno está compuesto por fiambre, pan, manzana, pirhi, hren y potica.

Pirhi: son huevos pintados y dibujados que por lo general lo pintan los chicos esa misma mañana y los dibujan acompañados de mayores.

Hren: Es una preparación que se hace con la raíz del rábano picante, puré de manzana y vinagre. Es de sabor fuerte.

Potica: Consiste en una masa  con levadura estirada muy fina y rellena con una mezcla de de nueces picadas, chocolate, canela, leche, crema, ron, azúcar, clara de huevo y pasas de uva. Suele tener una forma de rosca.

 

 

 

 

 

La potica representa la corona de Cristo, los pirhi la sangre y el hren los clavos con los cuales Jesús fue clavado en la cruz.

El domingo de Pascua la familia se reúne para desayunar todos juntos y después van a misa. Los niños participan de juegos como romper los huevos con una moneda y al llegar a casa, buscan los huevos de chocolate por el jardín que, según dice la tradición, dejaron los conejos de pascua. Con el paso del tiempo, ya se convirtió es una tradición para nosotros.  Esta costumbre, como tantas otras, la asume toda la colectividad eslovena  y es lo que nos distingue de las demás.