La ALALC, resultó de una fórmula de compromiso entre los países del Cono Sur, que deseaban establecer una zona de preferencias como forma de recuperar los niveles de su comercio reciprocó, declinantes después de la denuncia de los acuerdos bilaterales en que se basaban y el movimiento, promovido por la CEPAL, para constituir un Mercado Común Latinoamericano, que incluyera a todos los países del área y al que se llegarla mediante un proceso gradual, que contemplaba tratamientos diferenciales para grupos de países, según sus niveles de desarrollo relativo.
La ALALC empezó a perder velocidad, ante la creciente resistencia de los países a conceder rebajas arancelarias que condujeran a una competencia efectiva de productores regionales en los mercados nacionales y el recelo de los países medianos y chicos de que el avance de dicho Programa representase una traba a su desarrollo industrial, como efecto de una mayor capacidad competitiva de los productos originarios de los países mayores y más industrializados de la Zona. La imposibilidad de superar las divergencias entre los países que deseaban acelerar el proceso de integración en bases distintas a las establecidas en el Tratado de Montevideo de 1960, que incluyeran un mecanismo de desgravación automática y programada del comercio intrazona, la adopción de un arancel externo común y la distribución concertada de las nuevas inversiones industriales entre los Estados miembros y los que no aceptaban ese tipo de esquema de integración, llevo la ALALC a un virtual estancamiento, a partir de los Últimos años de la década de 1960 y durante toda la década siguiente.
Durante la década de 1960, el comercio intrarregional creció más rapidamente que el comercio total de los países de la Zona y a ello contribuyeron, en grado significativo, los márgenes de preferencia instituidos en el «ámbito de la ALALC, en 1970 se redujo la participación de los productos negociados en el comercio intrarregional, pero este continuo a crecer a un ritmo cercano al del comercio con el resto del mundo. La mayor parte de los países de la zona continua a presentar tasas de crecimiento relativamente alta, a pesar de la crisis del petróleo cuyo impacto sobre los países importadores fue amortiguado mediante un intenso recurso al crédito externo.
Esta era la situación vigente en 1980 cuando, después de un largo periodo de estudios técnicos y de negociaciones, los países de la ALALC decidieron reemplazar el Tratado de Montevideo de 1960 por un nuevo Tratado que, manteniendo la formación de un mercado común latinoamericano como objetivo a ser alcanzado a largo plazo, en forma progresiva, elimino los compromisos de tipo multilateral destinados a la formación de la Zona de Libre Comercio prevista en el Tratado de 1960 y estableció como objetivo operativo la constitución, sin plazo prefijado, de una zona de preferencias económicas, a ser formada mediante la utilización de una serie de mecanismos, que incluyen la institución de una preferencia arancelaria regional, la concertación de acuerdos de alcance parcial entre dos o más países, de acuerdos regionales en los que deben participar todos los países miembros y un sistema de apoyo a los países de menor desarrollo económico relativo.
Los tres primeros años de funcionamiento de la ALADI fueron de dicados, fundamentalmente, a la renegociación del llamado «patrimonio histórico» de la ALALC, constituido por las desgravaciones aduaneras acordadas en las Listas Nacionales, Listas de Ventajas no Extensivas y Acuerdos de Complementación Industrial. Los resultados de esas renegociaciones no parecen alentadores pues, en muchos Acuerdos de Alcance Parcial, las concesiones fueron convenidas para un periodo de vigencia muy corto y los países dejan constancia de su propósito de renegociar muchas de ellas hacia fines del corriente año.
Con la firma, el 12 de agosto de 1980, del Tratado de Montevideo 1980, que creo la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), los once países que constituían, desde 1960, la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) dieron un nuevo paso en el proceso de acercamiento y complementación de sus economías nacionales. El Tratado de ALADI entre en vigencia parcial en marzo de 1981, con su ratificaci6n por tres de los países firmantes (Argentina, Paraguay y México). En marzo de 1982, se completa el proceso de su ratificación por los Estados que lo subscribieron. Mucho ya se escribió sobre las razones que impidieron el cumplimiento del compromiso básico del Tratado de Montevideo de 1960 de constituir, en doce años, una zona de libre comercio que incluyera «lo esencial» del comercio reciproco de los países de la ALALC. La debilidad de los instrumentos previstos en el Tratado para lograr aquel objetivo reflejaba, por cierto, la renuencia de los gobiernos en asumir obligaciones que implicaran transferencias reales, aunque paulatinas, de su poder decisorio en aspectos importantes de la conducción económica, pero respondía a causas más profundas, de carácter estructural. En un intento de simplificación, estas causas pueden ser reducidas a cuatro:
a) el alto nivel de heterogeneidad de las economías nacionales, en cuanto a su potencial económico y a su estructura de producción.
b) el escaso grado de complementariedad económica entre la mayor parte de los países, traducido en sus bajos nivel les de intercambio comercial y resultante de un patrón de crecimiento condiciona do fundamentalmente por la exportaci6n de productos primarios a los países industrializados del hemisferio norte.
c) el reducido nivel de integración física entre los países y en muchos de ellos de los propios territorios nacionales, como efecto conjunto de la gran extensión del espacio, de los obstáculos físicos a superar, de la subordinación de los sistemas nacionales de transporte a la especialización de las economías en la exportación de productos primarios y de la escasez de recursos financieros para ejecutar las obras necesarias al cambio de esa situación.
d) la gran influencia de los grupos de presión internos, sobre todo aquellos vinculados a industrias beneficiadas con incentivos fiscales y al tos niveles de protección aduanera, siempre reacios a medidas que impliquen aumento de la competencia y riesgos para la mantención de su tasa de lucro.