26 diciembre, 2024

 

Los océanos cubren el 71% del planeta, resultan fundamentales para la vida en la Tierra y desarrollan un papel central en los sistemas naturales del mundo, por ejemplo en la regulación del clima y en la absorción de dióxido de carbono.

Pero por desgracia, están en peligro por las bacterias, los gérmenes patógenos y los metales pesados que se generan en la creciente industria de los cruceros.

La industria del crucero ha experimentado un enorme crecimiento en términos de popularidad, tamaño y variedad de destinos en los últimos años, con más grandes y lujosos barcos diseñados para responder a la también creciente demanda como opción vacacional que oferta belleza, aventura, relax y entretenimiento a pasajeros de todo el mundo.

Aunque la industria del crucero representa tan sólo una pequeña porción de la actividad marítima internacional, y las cuestiones medioambientales asociadas a la misma no sean únicas de este sector, los barcos cruceros, sus pasajeros y tripulantes generan un significativo volumen de residuos y emisiones contaminantes, tanto en tránsito como amarrados a puerto, con un efecto también más importante sobre el conjunto de puertos y áreas costeras a lo largo de las rutas crucerísticas.

A medida que los barcos cruceros crecen en tamaño y lujo, también producen más residuos. El esplendor de los destinos turísticos y su belleza natural son esenciales para mantener tal demanda, por lo que la industria del crucero depende y está intrínsecamente vinculada al cumplimiento de normas medioambientales.

Recientemente, la Agencia de Protección Medioambiental de los Estados Unidos estimó que, durante un viaje de una semana, un gran barco crucero con capacidad para 3.000 pasajeros y tripulantes puede producir alrededor de 794.850 litros de aguas negras, 3.785.000 litros de aguas grises, 95.000 de aguas oleaginosas de sentina, 568 litros de residuos peligrosos, 8 toneladas de residuos sólidos y una difícilmente calculable cantidad de contaminantes atmosféricos, lo cual debe multiplicarse por los más de 200 barcos de crucero que actualmente navegan las rutas marítimas los 365 días del año. Constituyen alrededor del 77% de la polución marina en todo el mundo.

Estos residuos representan una fuente significativa de sustancias patógenas y tóxicas que, de no ser tratadas y eliminadas adecuadamente, pueden tener un serio efecto en la salud humana, además de la perturbación y destrucción de bancos pesqueros y preciosos ecosistemas marinos tales como los arrecifes de coral.

 

TIPOS DE RESIDUOS GENERADOS POR LOS CRUCEROS
Residuos Procedencia Contaminación
Aguas grises Duchas, lavabos, lavadoras, piscinas. Variedad de sustancias contaminantes, incluyendo aceites, hidrocarburos, detergentes, metales, bacterias coliformes.
Aguas negras Inodoros, sumideros e instalaciones médicas. Patógenos peligrosos, parásitos intestinales, bacterias coliformes, agentes virales y nutrientes químicos que precisan de una previa descomposición antes de ser liberados en el medio ambiente.
Aguas oleaginosas de sentina Procesos mecánicos de motores, juntas de transmisión lubricadas por agua, refrigeración de sistemas de propulsión, evaporadores y otra maquinaria auxiliar y de mantenimiento. Aceites, gasolina, filamentos, limaduras metálicas, pintura, grasa y agentes de limpieza y una diversidad de subproductos de la descomposición biológica de hidrocarburos.
Aguas de lastre Son  recogidas en barcos sin carga para conseguir estabilidad. Organismos indeseados que se convierten en plagas que asfixian a la fauna local, reducen poblaciones nativas y les privan de alimento.
Residuos peligrosos Residuos médicos y fármacos caducados, restos de la limpieza en seco, baterías, residuos de pintura y disolventes, lámparas fluorescentes. Hidrocarburos, hidrocarburos clorados y metales pesados, los cuales requieren de un seguro manejo y eliminación
Basura – Residuos sólidos Cartón, diversos residuos metálicos (principalmente latas de aluminio y acero), vidrio, papel y plástico. Si es arrojado al océano, puede convertirse en escombro marino y una amenaza para el ecosistema y las comunidades costeras.
Polución atmosférica Emisión total de compuestos de nitrógeno y azufre La combustión de carburante con alto contenido en azufre produce óxido nitroso, monóxido y dióxido de carbono, dióxido de sulfuro y otros hidrocarburos peligrosos

 

El aspecto más preocupante de toda esta situación es que la eliminación de residuos de los barcos cruceros presenta deficiencias de regulación, y los residuos pueden ser arrojados a tan sólo una pocas millas de las costas (volviendo a las mismas por corrientes oceánicas) en lugar de proceder a la instalación de un adecuado sistema de tratamiento a bordo.

Gran parte de la legislación internacional sobre el vertido al mar se realizó durante las décadas en las que los buques cruceros eran sólo testimoniales dentro del grueso de la marina mercante y el transporte de pasajeros se realizaba como una actividad accesoria al transporte de mercancías. Por esta razón el incremento de la industria de cruceros se ha producido al margen y sin una evolución paralela de la legislación. El acuerdo MARPOL para la prevención de la contaminación del mar es el marco internacional bajo el que se encuentran las regulaciones sobre vertidos desde barcos a las aguas de océanos y mares.

Los repetidos escándalos públicos por abusos medioambientales cometidos por compañías de cruceros llevó a la necesidad de una monitorización más estricta de vertidos de residuos y a la implementación de tecnologías más avanzadas para tratar residuos.

La empresa Royan Caribbean International ha desarrollado un programa de “Basura Cero” para algunos de sus cruceros. El proyecto consiste en modificar o acondicionar los buques para que la basura sea clasificada a bordo y parte de los desechos sean compactados y reciclados durante el recorrido:

Aunque la industria del crucero se presenta de forma incesante como colaboradora con el medio ambiente, la realidad es que existe una larga historia de infracciones legales, búsqueda de todo tipo de concesiones y exención de regulación por parte de grupos de presión y legisladores locales; además de la progresiva acumulación de violaciones sobre contaminación, que han resultado en acciones coercitivas de más alto nivel y el pago de millones de dólares en concepto de multas medioambientales.

 

 

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