En nuestra conciencia resuena que cuando decidimos llamarnos a silencio no estamos emitiendo opinión alguna, pero ¿es esto cierto?
El otro, ya sea un público grande o sólo un individuo es el que capta esa comunicación (o no comunicación) y la interpreta, muchas veces su interpretación puede no coincidir con la intención que realmente tuvo el emisor a la hora de decir o callar.
Cuando hablamos de la información que otorga una organización hay muchos problemas más que se pueden presentar a la hora de que la información llegue clara y se comprenda el mensaje genuino que se quiso dar. Algunas de sus interferencias pueden ser: la amplitud de canales que hay para comunicar, a raíz de esto la gran cantidad de interpretaciones que se pueden dar en cada uno de estos medios y la influencia que generan en la interpretación y formación de la opinión final de los públicos.
Las organizaciones están siendo permanentemente juzgadas tanto por su público como por los medios, es por esto que deben tener sumo cuidado a la hora de tomar decisiones e informar. Cada una de ellas es creadora de expectativas mediante la relación con su público, mientras más contacto con el exterior muestren las empresas más crearán en sus públicos una sensación de que se están interesando en ellos. De manera inversa cuando no emiten comunicación con el exterior esto puede no ser bien tomado por el público.
Con los medios tecnológicos que están al alcance de todos actualmente y la creación de las redes sociales, las personas esperan continuamente que la información se encuentre a su alcance y cuando esto no sucede, cuando no hay comunicación, también se está diciendo algo. A pesar de que la organización pueda tener una buena reputación con el producto/servicio que ofrezca, se genera automáticamente una mala imagen. El potencial cliente pasa a creer que la empresa no tiene nada para ofrecer ni tiene interés en relacionarse y ganarse a los clientes.
Es por eso que la clave de to