18 noviembre, 2024

No podemos negar que las pilas nos facilitan el día a día, pero una vez agotadas, normalmente terminan en basurales, donde quedan expuestas a incendios y a reacciones químicas incontroladas que afectan el agua, el suelo y el aire.

En nuestro país se desechan aproximadamente 80 millones de pilas al año, gravísimo si se toma en cuenta que cada una de ellas posee una alta concentración de residuos peligrosos y altamente tóxicos, que contaminan las aguas subterráneas y el suelo, y se introducen en las cadenas alimentarias naturales. Se calcula que una pila de mercurio puede contaminar 600 mil litros de agua, una alcalina contamina 167 mil litros de agua, mientras una de óxido de plata, 14 mil litros. Para contaminar los 6.5 millones de litros de agua se necesitarían sólo 11 pilas de botón, de óxido de mercurio.

Muy pocos lugares en el mundo poseen un sistema de reciclaje completo. En Chile, por ejemplo, no se reciclan pilas, y el tratamiento que existe sólo consiste en recolectarlas y encapsularlas en bloques de concreto con el fin de evitar que su contenido se derrame y dañe el medio ambiente, pero el compuesto tóxico sigue estando presente.

Es de conocimiento común que las baterías segregan ácidos que contienen mercurio, zinc, litio, cadmio, carbono y plata. Además de contaminar el medio ambiente, estas sustancias pueden producir irritaciones en la piel, cáncer y, por supuesto, envenenamiento.

Con el paso del tiempo, cuando las pilas se acumulan en los vertederos, pierden la carcasa y se derrama su contenido metálico. Estos metales, infiltrados desde el vertedero, contaminan las aguas subterráneas y el suelo, y se introducen en las cadenas alimentarias naturales, las mismas de las que se nutre el ser humano.

Por eso se cree conveniente la creación de un impuesto sobre el monto imponible de estos productos dañinos para el medio ambiente y para la salud de las personas de un 8,6% , y del 6,2% para las pilas y baterías recargables, ya que carecen de mercurio, aunque sí contienen níquel y cadmio, dos metales pesados altamente tóxicos.

Mientras tanto, es bueno a tener en cuenta las opciones posibles a nuestro alcance para disminuir el daño que causan las pilas y baterías a nuestro entorno como: Solo utilizarlas en caso de ser necesario, reducir su consumo comprando pilas recargables, no consumir pilas sin marca o «piratas», ya que contaminan más que las comercializadas legalmente, no arrojar las pilas a la basura, debido a sus componentes contaminantes, y en caso de vivir en la Ciudad de Buenos Aires, llevar las pilas a los centros de recolección de pilas y baterías de las diferentes marcas.

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